Punto 9. Jesucristo, Hijo de Dios que se hizo hombre
El falangista cree en Jesús de Nazaret, Hijo único de Dios, Dios él mismo, que nació de la Virgen María según la carne, murió en la Cruz por nuestros pecados, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre, de donde vendrá a juzgar los vivos y los muertos.
1. Esta verdad del misterio de la Encarnación introduce en la historia humana una novedad absoluta, establece la diferencia total entre todas las religiones de los pueblos y hasta de las instituciones divinas del judaísmo antiguo, y la obra perfecta, infinitamente misteriosa de Dios dando a su Hijo por la salvación del mundo. Jesús se vuelve la medida de toda sabiduría, ley, bondad, belleza del mundo.
La única religión que valga es la suya, eclipsando a todas las demás, como el sol apaga la luz de la luna y de las estrellas, la única revelación es aquella que Lo anuncia, que Lo muestra y que Lo explica, la única sabiduría, la única moral, la única civilización son las que emanan de Él y permanecen fundadas en Él, garantizadas por Él, vivificadas por Él.
2. El falangista coloca a Jesucristo, Su Persona, Su palabra, Su obra, por encima de todo. Aborrece lo que contradice o pretende limitar, disminuir, anular Su autoridad y Su influencia en el mundo.
Proclama su fe cristiana, estudia sin cesar sus pruebas históricas, profundiza sus dogmas, práctica su culto interior y exterior, privado y público, medita sus lecciones y sigue sus mandamientos.
Amará al Señor Jesús más que a cualquier persona en el mundo y Lo considerará, toda su vida, como su maestro y hermano, su prójimo más íntimo al cual le debe todo, del cual espera todo y por quien quiere darse si mismo y sufrir todo hasta la muerte.