Punto 10. Contra el modernismo
El mayor peligro para la fe católica ha sido en todos los tiempos la negación declarada o disimulada de la divinidad de Cristo, Dios y hombre perfecto. El arrianismo, el nestorianismo no han sido más que las manifestaciones externas de una corriente racionalista que, fuera de la Iglesia o en la Iglesia, persiste en considerar a Jesús de Nazaret como un hombre, cierto excepcional, pero como tan sólo un hombre, que hubiera entretenido durante su vida relaciones íntimas y privilegiadas con Dios. El judaísmo siempre ha apoyado a escondidas esta corriente herética que lo justifica.
1. El falangista desenmascara esta herejía mayor en el modernismo que, con perfidia, le otorga al “Cristo de la fe”, personaje inconsistente, creación de la experiencia íntima, del sentimiento individual, todos los títulos que la Iglesia le reconoce a Nuestro Señor Jesucristo Hijo de Dios, pero se los niega en nombre de la razón y de la ciencia crítica al “Jesús de la historia”. Esta dicotomía de origen kantiana, llena de una hipocresía consumida, fue solemnemente denunciada por San Pío X. Finge conservar toda la fe cristiana, pero recusándola en el campo de lo irreal y de lo irracional: en el del ‘sentimiento’, lo que acaba por destruirla.
2. El falangista se levantará en contra del modernismo con toda el vigor de su inteligencia, proclamando el perfecto entendimiento de la fe, de la razón y de la cadena de los hechos históricos que enlazan el pasado y el presente: todo indica y prueba que no hay más que una sola realidad de Jesucristo, hombre de nuestra historia, habiendo dicho y comprobado con profecías y milagros de manera sobre abundante, que era y que es el Hijo de Dios salvador. Esa es la única y plena verdad de su misterio fuera de la cual todo se vuelve incomprensible.
3. El falangista le arrancará sus máscaras a los modernistas, lobos raptores, zorros rapaces disfrazados bajo pieles de ovejas y a veces con el báculo de los pastores en mano, que corrompen la fe del pueblo fiel con sus falsas ciencias, conservando apariencias de piedad y de celo. Los refutará en el terreno mismo de la ciencia y de la filosofía y con la autoridad de las enseñanzas de la Iglesia. Los denunciará a los Pastores de la grey, para exigir su excomulgación, porque sólo ella les impedirá hacer el daño.
Porque no tienen derecho al título de cristianos, no tienen su lugar en la Iglesia, ni en la cátedras de enseñanza y los obispados de donde se hacen señas unos a otros en un complot tenebroso contra Dios y contra su Ungido, los que no creen en Jesucristo, Hijo de Dios.