Georges de Nantes.
Doctor místico de la fe católica

25. EL SEGUNDO ‘TESTIGO’
(1998-2000)

EL primer testigo es sor Lucía de Fátima[1]. ¿Testigo de qué? De los eventos de la gran apostasía anunciada por San Juan en el Apocalipsis para los últimos tiempos[2]. Cuando volvió de Hauterive, en enero de 1997, nuestro Padre nos había avisado: “Vuelvo para hacer un vía Crucis pesado que deberemos recorrer juntos…”

Es la última estación de ese vía Crucis que debemos recorrer en las páginas siguientes. Habiendo logrado, en este exilio forzado, la “difícil conciliación” de una íntima unión a la Santísima Trinidad, con esta “terrible polémica” contra el Concilio en donde “el espíritu de Satanás se manifiesta en cada capítulo”, ¡nuestro Padre volvió valerosamente a la “sangrienta batalla contra esta invasión de Satanás” en la Iglesia!

1998: COMBATE FINAL

En 1997, nuestro Padre se consagró a la Inmaculada y le “pasó la mano”. A principios de enero de 1998, le pareció que se asistía en ese momento a “una verdadera carrera de velocidad entre el diablo y la Santísima Virgen”. En efecto, desde el Concilio, la decadencia religiosa es tal que “estamos en gran peligro de muerte de la Iglesia.” ¡Tres años antes de la divulgación del ‘tercer Secreto’ de Nuestra Señora de Fátima, que en efecto anuncia esta inconcebible consunción de la Iglesia! ¡Qué anticipación!

Mas para nosotros, “¡nunca ha sido motivo para desaparecer, mucho menos para pasarse al enemigo!” declara nuestro Padre en la Permanencia parisina, el 3 de enero de 1998. Desde entonces, Nuestra Señora de Fátima es más que nunca nuestro refugio. Para nuestro Padre, Ella es “la mayor politóloga del siglo veinte”, y es sobre Ella que funda su ‘ortodromía católica’. “Las profecías de Fátima se han vuelto la base de toda nuestra interpretación de la historia de este siglo” y nuestro faro en estos tiempos de apostasía.

Así, cuando nuestro Padre vio a Juan Pablo II forzar la interpretación del mensaje de Fátima, para ponerla al servicio de su quimera de ‘la entrada en el tercer milenio’ que volvería todas las cosas nuevas, en el año 2000, entendió que había llegado para nosotros “el momento querido por Dios para entrar en una lucha segura, vuelta la de la Virgen María, y ya no la del Padre de Nantes.

De ahora en adelante ya no es de Nantes y su Falange, será la Falange de la Inmaculada Concepción, y la fuerza de la Inmaculada Concepción nos será dada. Como lo dice San Maximiliano María Kolbe: ‘Si nos consagramos a Ella, Ella hará maravillas’ ” sirviéndose de nosotros.

Para nosotros, eso debe ser el principio de una nueva época, de una nueva manera de pensar, de vivir, de actuar.” ¿Qué quiere decir?

Es poner a la Santísima Virgen en el primer lugar, como siendo la verdadera Soberana de la comunidad.”

Este primer lugar, el concilio Vaticano II se lo recusó en la Iglesia. “Es Ella la que le va aplastar la cabeza a la Serpiente y su talón quedará herido.” Su ‘talón’, ¡somos nosotros! Por eso sufriremos duras pruebas.

No se trata de pasarse a la reforma, no se trata de pasarse a la democracia cristiana, no se trata de pasarse a la gnosis de Juan Pablo II, no se trata de abandonar lo que nosotros sabemos ser la Verdad, mas se trata de abandonar nuestro yo atorado en ciertas costumbres, ciertas estrecheces, ciertas desobediencias; ese yo, habiéndolo consagrado a la Santísima Virgen, enteramente, volverlo posesor pleno de la gracia, de la luz por la cual puede mejorar. ¡Volverse un santo!” Y lo hizo...

CRUZARSE POR LA INMACULADA.

Para volverse un santo, nuestro Padre se puso “en estado permanente de consagración total a la Inmaculada, dejándole todo el cuidado de las cosas materiales y de nuestras actividades”, sin por lo tanto desatender ninguna de sus obligaciones, cumpliéndolas con aplicación y espíritu sobrenatural.

Después de haberse empeñado él mismo en este camino de renuncia y muerte, veíamos a nuestro Padre, desde su regreso de exilio, madurar su reflexión de empeñar toda nuestra Falange católica, realista, comunitaria en Falange de la Inmaculada’, a fin que en “nuestro servicio de Dios, de la Iglesia, de la Patria”, seamos verdaderamente los instrumentos de la Inmaculada[3].

En su cuaderno de notas personales, anota el 15 de enero de 1998: “Oh Madre querida, en tu Misericordia, encuentro gracia y fuerza y consejo. Mi programa está en la cautela de los Cruzados: Reza, Comulga, Sacrifícate, Sé apóstol.” En la Liga de enero de 1998, exhorta a nuestros amigos a “ ‘Cruzarse, ellos también, y ponerse así al servicio de nuestro Salvador y Cristo Rey en estos tres años de gran combate final de la Inmaculada y de sus hijos contra Satanás y sus ejércitos...”, de aquí al año 2000.

En efecto, 1998 marca también el centenario de la memorable Ostensión en la que, por la fotografía, en 1898, el ‘Cuerpo de Cristo’ se ‘reveló’ sobre su Sábana Santa. Mientras que, “por todos lados, un acuerdo secreto se manifiesta, con respecto a la próxima Ostensión de la Sábana Santa, para sembrar la duda contra su autenticidad[4], nuestro Padre lanza una vez más una Cruzada, esta vez en vista de una “peregrinación a Turín de la cual esperaba fuerzas nuevas”... para volverse un santo, según el pensamiento que ya no lo suelta.

Además, nuestro Padre me pedía que refutara con vigor las emisiones ‘Corpus Christi’, en la cuales el canal Arte expandía una vez más, mentiras y blasfemias contra Jesucristo, durante la Semana Santa. ¡Trabajo apasionante! Publicado integralmente[5].

“ES MENESTER QUE ME SANTIFIQUE.”

Cuando se lucha, no se sorprende uno en recibir golpes y heridas; del mismo modo, “cuando uno se consagra a la Virgen María en vista de la Cruz, es normal que llegue”.

Nuestro Padre escribe también en su cuaderno: “La Cruz cae sobre los elegidos, en previo a la victoria...” (nota del 5 febrero de 1998) En este principio de año, las pruebas le son aún muy pesadas, sus adversarios continúan sus denunciaciones disimuladas y sus ataques pérfidos. No habiendo podido arrancarle su Pastor a las comunidades, ponían todo en obra para obtener que una decisión judiciaria retire ahora a una de sus ovejas.

Por su lado, Mons. Daucourt se permite declaraciones despreciantes en los periódicos en contra del Padre de Nantes. Eso no deja a nuestro Padre de “ninguna manera afectado, sino tranquilizado sobre la continuación que esperar; a mi parecer es, la extraordinaria villanía romana.” (nota del 1º de marzo de 1998)

En febrero, la enfermedad de nuestro Padre sigue sin estar diagnosticada, mas progresa imperceptiblemente. A la vista de la comunidad, nuestro Padre manifiesta la misma alacridad que antaño para dirigir el oficio divino y nuestros labores, para animar los recreos. Pero, a solas, me confía que, en ciertos momentos, resiente grandes cansancios físicos. Y a veces está agobiado por una impotencia en cumplir su trabajo, a causa de perturbaciones del sueño y angustias nocturnas. Anota en su cuaderno: “Constato que 1997 me ha hecho envejecer...” A partir del 11 de febrero, nos comenta la vida de santa Bernardita, ella también tan a menudo enferma, y de ahí saca un gran consuelo.

Es entonces que, el 3 de marzo de 1998, nuestro Padre es hospitalizado de emergencia por una infección urinaria que, en unos días, lo reduce a un agotamiento total. ¡Primera ‘alarma’ que será seguida de muchas otras! Nuestro Padre está anonadado en su cama de hospital: ¡era la primera vez que lo veía en un estado tal de debilidad! Exámenes y tratamientos desagradables se suceden. Pero nuestro Padre acepta todo y me dice: “Es menester que me santifique. Es la Cruz...”

Durante esta hospitalización, nuestro Padre ya no puede más que rezar y medita mucho sobre nuestra propia vocación. Hasta me dicta un sermón para la comunidad: en vez de Judit cortándole la cabeza a Holofernes o Ester triunfando de Amán de manera resplandeciente, “en nuestro ‘presente triste y oscuro’, es la dulce confianza de Ruth en su agonía que debe ser hoy nuestro modelo. Nos toca imitarla, en el espíritu de nuestra consagración a la Inmaculada, con un culto de ternura hacia Ella y la recitación del rosario, para obtener grandes alegrías y grandes auxilios espirituales: más que antes, sabemos que semejante flujo de bendiciones no puede sino pasar por la Cruz, ese privilegio de la Falange’.” (domingo 8 de marzo de 1998)

El 27 de marzo, nuestro Padre celebra el cincuenta aniversario de su sacerdocio[6]. Para ese ‘Jubileo’, no quiere ninguna fiesta ¡porque no hay de qué empavesarse! En efecto, la guerra fratricida que hace estragos en la Iglesia de Francia desde la ‘Liberación’ de 1944, es decir desde su ordenación en 1948, se extiende ahora a la Iglesia universal. No tiene más que un deseo: conocer el renacimiento de la Iglesia... ‘la victoria de la ortodoxia’. En la espera, un solo pensamiento: dar mucho fruto, asumiendo todas las ‘necesidades del servicio’. ¿Acaso no escribió en el dorso de su imagen de ordenación: “Su muerte nos habla de resurrecciones”?

Cautela que invirtió en 1973, para sus veinticinco años de sacerdocio: “Su Resurrección nos empeña a morir.” Es hacia esa muerte a la que se avanza, en la espera de la Resurrección...

El 29 de junio de 1998, nueva hospitalización para esta vez ser operado. Gracias a Dios, todo se pasó de maravilla desde el punto de vista médico, pero una cruz más dolorosa que la de la enfermedad espera a nuestro paciente: ¡el capellán del hospital se niega a traerle la comunión! ¡Pobre Padre, sin cesar recusado por esta Iglesia que ama tanto y por la cual se entregó toda su vida! de la cual es el ‘testigo’, en todos los sentidos del término...

EL ESCUDO DEL DERECHO.

Poco tiempo antes, en el mes de abril de 1998, nueve meses después del recurso a la Congregación por la doctrina de la fe, el obispado de Troyes le significaba la ‘decisión’ de esta Congregación, fechada 24 de marzo de 1998: no recibía su apelo, para evitar decir que lo rechazaba, pero confirmaba la cesación. Expone vagamente los motivos que le han sido señalados, pero que ni siquiera juzgó, y que ya no son los motivos invocados por Mons. Daucourt! ¡Lo que invalida esta decisión!

En la Liga de la publicación de mayo, nuestro Padre explica: “La carta de Roma rechazando mi apelo a la Congregación por la doctrina de la fe, y la de Mons. Daucourt, encargado de darme a conocer esta decisión, parecen terminar nuestro proceso romano antes de que haya sido abierto. Sin embargo hay todavía un recurso posible, y esas cartas, en resumidas cuentas estando mucho más moderadas que los decretos precedentes, nos animan a proseguir este combate leal por la Justicia y la Verdad. Canónicamente, en los siguientes treinta días, de este mes de María, tengo que sin falta expedir al tribunal romano supremo llamado ‘de la Signatura apostólica’, una doble queja en contra de Mons. Daucourt, por sus sanciones lanzadas a ciegas, y del Santo Oficio, por su rechazo no motivado de examinar mis dos recursos en contra de los mantenedores de los errores modernos. ¿Por qué recusar examinar?

Nuestro Padre entiende que, a desprecio de sus obligaciones, la Congregación elude para no tener que responder a la pregunta precisa que le hacía el decreto de julio de 1997 y nuestro recurso: ¿la verdadera religión es la del hombre que se hace Dios o la de Dios que se hizo hombre?

Sin desanimarse, nuestro Padre lanza un nuevo recurso en mayo de 1998, esta vez ante la Signatura apostólica, tribunal supremo del Papa. La meta de esta diligencia es establecer todas las ‘substracciones de poder’ de las cuales nuestro Padre ha sido víctima, impidiendo el ejercicio de su derecho: el de ser juzgado sobre la doctrina. Es menester obtener que la Signatura ordene a la Congregación por la doctrina de la fe de juzgar sobre la doctrina.

Este último recurso teniendo el mismo efecto suspensivo que los otros apelos, nuestro Padre conserva todos sus derechos. Bajo este ‘escudo canónico’, queda al abrigo, al interior de la Iglesia, aunque relegado en el último lugar ¡y el Derecho lo protege!

Si ganamos, diremos que es Dios quien hizo todo. ¡Deo gratias! Si no, habrá que decir: Papá Dios lo permite; pero no habremos hecho esta diligencia para salvar nuestras casas ni para ser rehabilitados, mas por el único honor de Dios.” (26 de mayo de 1998)

Nuestro Padre sacaba su paz y su confianza en nuestra consagración a la Inmaculada. Escribía en la CRC de abril: “Sujetos a las amenazas más insensatas, proseguimos hasta el final nuestra tarea de Contra Reforma católica; y le recomendamos a la muchedumbre de nuestros amigos de vivir estos tiempos difíciles en la calma, la paciencia y la fidelidad a la Santa Iglesia romana, pase lo que pase.[7]

PEREGRINACIÓN A TURÍN.

Peregrinación a Turín, el 9 de mayo de 1998. “Llevaré la substancia de este Recurso [ante el tribunal de la Signatura apostólica] y la intención de mi corazón, con ustedes, a Turín, prostrado ante la Faz de mi Dios, como a las rodillas de María Auxiliadora, Virgen

En esa misma publicación, nuestro Padre escribe: “Llevaré de antemano la substancia de este Recurso y la intención en mi corazón, con ustedes, a Turín, prosternado ante la Faz de mi Dios, como a las rodillas de María Auxiliadora, Virgen combatiente que aplastará la cabeza de la Serpiente y vencerá todas las herejías ¡para siempre!

En efecto, nuestro Padre decidió llevar a toda su Falange, el 9 de mayo siguiente, a la Ostensión de la Sábana Santa, en espíritu de reparación por tantos ultrajes hacia esta santa reliquia, controvertida, blasfemada ¡y finalmente incendiada! En la noche del 11 al 12 de abril de 1997:

Después de la peregrinación a Fátima, decía nuestro Padre, nos queda algo que hacer: la segunda parte, es la contemplación de Cristo en la Cruz. Eso dicho ¿Turín qué es? No es ni más ni menos que el retrato de Nuestro Señor Jesucristo, marcado sobre la Sábana Santa, y su Preciosísima Sangre que inundó ese Santo Sudario y de la cual todavía se ven los rastros. Nuestra peregrinación está listísima, seremos mil, si el Buen Dios quiere, si algunas personas más se deciden. Hay que ir a ver a Jesús y contemplarlo para reparar, gritando como los niños de Pontmain, Parce Domine’, el canto de Cuaresma que la Santísima Virgen cantaba con ellos. ‘Ten piedad, Señor, de tu pueblo, que tu ira no permanezca eternamente.’

Porque Dios está enojado.

Iremos a Turín para contemplar el rostro de Cristo como la Virgen María lo contemplaba con lágrimas en los ojos, y diremos: cuando lo habremos contemplado, habremos hecho reparación, quizá eso ayudará a sosegar la ira de Dios.”

Foto de nuestro Padre en el púlpito de la Basílica de María Auxiliadora
Fuimos mil peregrinos en arrodillarnos ante “el estandarte de nuestra salvación”. “Y cuando lo hemos visto, queremos seguir viéndolo todavía, predicó nuestro Padre en el púlpito de la basílica Nuestra Señora Auxiliadora. Entre más creeremos, más vamos a querer ver, y en fin ver faz a Faz a este Cristo que se nos aparecerá y se dará a nosotros al final de la vida de cada uno de nosotros.”

Fuimos mil peregrinos en arrodillarnos ante “el estandarte de nuestra salvación”. ¡Peregrinación inolvidable! “Entre más creeremos, se exclamará nuestro Padre en el ambón de la basílica Nuestra Señora Auxiliadora, más amaremos, más vamos a querer ver, y en fin ver faz a Faz a este Cristo que se nos aparecerá y se dará a nosotros al final de la vida de cada uno de nosotros...”

“También pudimos rendir homenaje a María Auxiliadora, Auxilio de los cristianos en un tiempo de Apocalipsis, e invocar a Don Bosco que nuestro Padre nos daba como santo tutelar, con Luis María Grignion de Montfort, Juan María Vianney (cura de Ars) Maximiliano María Kolbe.

Supimos poco tiempo después que, por tercera vez, los 18 y 19 de mayo, en Moure, Portugal, Cristo se había aparecido en Ecce Homo sobre la Santa Hostia, durante la exposición del Santísimo Sacramento, ante unas doscientas a doscientas cincuenta personas que recitaban el rosario. Nuestro Padre vio en ello una gracia para el mundo, como “los tres golpes de un mazo de madera que preceden el principio de la tragedia clásica [...].

A la luz de Fátima, se entiende el impresionante silencio, en Moure, de esos tres prodigios eucarísticos’, cada vez a la misma fecha, en las mismas circunstancias y en respuesta a la liturgia tradicional del lausperene. No cabe duda, Jesús volverá a Moure, no que lo haya dicho: ¡permaneció en silencio! Sino porque vino y volvió para que el mundo quede avisado de su regreso. Como durante la aparición de la Virgen Inmaculada en Fátima, después de las del Ángel, los niños no se sorprendieron, nadie quedará sorprendido cuando Jesús volverá y, esta vez, hablará. El mundo entero se callará y se sabrá de un polo del mundo al otro lo que Dios anunciará para la salvación de todos.[8]

Y mientras que la Virgen María era el objeto de nuestras incesantes oraciones, el 24 de mayo, en la fiesta de Nuestra Señora Auxiliadora, nuestro Padre firmaba su recurso al tribunal de la Signatura apostólica.

Turín, Fátima y Moure... y Roma cristiana, cuántos combates por la defensa de la Verdad en todos sus estados, cuántas grandes señales apocalípticas para mantener nuestro ánimo y el de nuestros hermanos, hermanas y amigos cargando su cruz”, escribe en la Liga de la CRC de junio[9].

UNA CARRERA DE VELOCIDAD CONTRA EL DIABLO.

No obstante, esta “apostasía desbordante, espantosa, de la cual somos los testigos heridos, atemorizados[10], se vuelve para nuestro Padre un verdadero tormento interior: “Angustia de la apostasía total de una Iglesia que no dice nada, que deja la fe de sus sacerdotes y de los fieles aflojarse y morir, y además que desconcierta y envenena a los corazones puros y a las almas inocentes del pueblo fiel, todo eso agrega su peso a nuestras cruces cotidianas [...]. Como todo nos parece cada vez más ‘espantoso’ en el mundo ¡y es incontestable! Es providencial que hayamos sido atraídos hacia este refugio y este consuelo de la devoción a la Inmaculada.”

Así, conserva en su corazón la esperanza sobrenatural y la certitud del triunfo de la Inmaculada.

El 31 de mayo de 1998, en la fiesta de Pentecostés, mientras que recita su rosario, vuelve a recibir nuevas luces sobre el Espíritu Santo y la Inmaculada Concepción: “¿El lazo entre el Espíritu Santo y Nuestra Señora? Es todavía un misterio profundamente escondido que se revelará a su hora, iluminando todo lo de la preexistencia del alma de la Santísima Virgen en la eternidad.” Y para manifestar esta preeminencia de la Santísima Virgen, decide que, en la recitación privada de nuestro Credo, nombraremos de ahora en adelante a la Inmaculada antes que la Iglesia[11].

Es muy bonito hacer teología, ser dogmático y decir: Yo creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia católica’, pero estoy harto de oír a los sacerdotes, a los curas, a los obispos, a los teólogos, y no quiero subir más alto, poner a la Virgen María bajo sus pies, porque ellos, son la Iglesia, tienen derecho de regir a la Virgen María ¡cuando Ella nos hace revelaciones en la tierra, nos enseña cosas para nuestra salvación! ¡Lo echan al olvido durante sesenta años, con el pretexto que son ellos quienes pautan las revelaciones privadas! Entonces ¿Y qué es de la Virgen María? Paralelamente, se le niega todos sus misterios, su virginidad incluida. ¿Hasta dónde vamos ir a dar?

¡Bueno pues! ahora digo yo: la pondremos antes que la Iglesia católica. ¿Por qué? Porque Ella es mayor. Ella es su ‘Madre’, decía Pablo VI ¡no es suficiente! Ella es inmaculada, Ella es la Inmaculada Concepción. Cuando entenderéis lo que eso quiere decir, entenderéis que Ella pasa antes que nada en la Iglesia, el resto: los curas, los obispos, los cardenales y el Papa. Cuando Ella habla, para decir que Ella viene a salvar a la humanidad, que Ella es enviada por su Hijo para inaugurar su propio Reino, que Ella dice: Quiero esto, quiero aquello’, el Papa y los obispos sólo tienen que decir: ‘Es cierto o no es cierto. Si es una ilusión del diablo ¡condénenla! Si es la Virgen María ¡inclínense!

Entonces, creo en el Espíritu Santo, en la Inmaculada Concepción de la Virgen María, es decir en la Virgen María justito después del Espíritu Santo.”

Por la mismísima razón de esta preeminencia, nuestro Padre no dudaba que “la victoria llegará un día. Estoy seguro que todo eso se acabará en el año 2000.” (13 de julio de 1998)

Del mismo modo, el 18 de agosto, se exclama:

No se puede uno imaginar la rapidez con la que se efectuará el regreso a la antigua religión, con tal que la Virgencita haga un simple gesto.”

En agosto, Roma publica el motu proprio Ad tuendam fidem. Nuestro Padre le respondió con una profesión de fe magnífica[12]. Y, el 2 de septiembre, le confía a los hermanos y a las hermanas:

Es una verdadera carrera de velocidad entre el diablo y la Virgen María. Nos dirigimos hacia eventos espantosos ¡el caos! De verdad que hay que rezarle a la Virgencita.”

El 4 de septiembre:

Verdaderamente es el último combate. Y es seguro que el Buen Dios intervendrá, pero quizá espera que, antes, seamos condenados, arrastrados por el lodo...”

En efecto, con la simple primera lectura del motu proprio, nuestro Padre había entendido que el Papa no asestaba más que a los únicos adversarios del Concilio, bajo el cubierto de ‘defender la fe’: “Han publicado ese motu proprio para no responder a cada una de nuestras acusaciones. Estamos en pleno arbitrario. Este motu proprio tiene por meta de lograr pasar el Concilio de un bloque.” (viernes 4 de septiembre de 1998)

Entonces, Juan Pablo II aparenta recordar las verdades de la fe, mas es para legitimar mejor sus novedades, tal es la llave del enigma:

¿Qué enigma? El misterio de la doble cara de nuestro papa Juan Pablo II, capaz de defender de un lado la fe y la moral contra los extremistas progresistas, y del otro lado, mantener integralmente todo su programa del Jubileo del año 2000 y de les reuniones interreligiosas del estilo de Asís en 1986.[13]

LA HORA DEL SACRIFICIO.

Durante su viaje a Canadá, en 1998, nuestro Padre resintió, en algunos momentos, un profundo tormento interior. Fray Pedro atestigua: “Las estancias de 1998 y 1999 fueron mucho más tristes. La enfermedad había progresado, pero sobre todo el alma de nuestro Padre estaba agobiada de angustias. Lo veíamos descuartizado entre su deber de proseguir el combate de la fe, y su preocupación de permanecer en la obediencia, de no quebrar.

Su soledad era terrible: nosotros no podíamos ayudarle de ninguna manera, puesto que éramos sus discípulos y no sabíamos más que repetirle lo que nos había enseñado. En cuanto a las autoridades de la Iglesia..., se recusaban obstinadamente de juzgar. La Santísima Virgen también se callaba, y eso debía seguramente ser lo más angustioso. Era la hora del sacrificio.[14]

El 19 de septiembre de 1998, nuestro Padre nos decía: “Ahora, ya no es igual. La vida es dura, siento que eso durará hasta mi muerte. ¿La vida es dura? ¡Qué bueno! Hay dificultades, están hechas para ser aceptadas [...]. La cruz me  es necesaria. La Cruz es una cosa buena que la Virgen María nos da como una mamá a su hijo. Porque en la cruz, hay muchas riquezas que extraer, virtudes, paciencia y también méritos para la salvación de las almas, para el Cielo.”

¡Sin embargo las pruebas no lo hacen vacilar! “Aprendí todo de mis padres, de mis maestros y, apercibiéndome que es el buen camino, persisto, y con la gracia de Dios, moriré en esas convicciones, en esa misma entrega, en esa misma comunión.”

Durante el sermón de clausura del congreso de los amigos canadienses, les confía:

Mi vida es una serie de dramas que siempre han sido, a mi parecer, suscitados por el diablo, pero en los que recibí, gracias a Dios, la ayuda de la Santísima Virgen.”

De vuelta a Francia, nuestro Padre resiente un inmenso cansancio y se ve “agobiado de miserias”. Su voz se vuelve débil: es necesario acercar la oreja para oír. Y ya no tiene la misma elocuencia, teniendo a veces dificultades para hallar sus palabras. No sabíamos que eran los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson.

A pesar, en octubre, nos predica todavía sobre la Circumincesante Caridad divina un retiro de una perfecta plenitud. Siempre al límite de sus fuerzas, y sin embargo manteniendo firme el hilo del pensamiento divino. Nuestro Padre habla a partir del Corazón de Dios.

MOURE, PORTO, FÁTIMA.

Foto de la iglesia en Moure
Peregrinación de comunidad a Portugal, ‘Tierra Santa de María’, del 9 al 13 de junio de 1999: aquí, en el atrio del pueblo de Moure donde Jesús Hostia se manifestó tres veces seguidas, durante tres años consecutivos, durante el Laus perenne llevada con devoción en esta santa parroquia de Cristo Rey, como un llamado al amor consolador.

En noviembre, la concordancia de las fechas llevan a nuestro Padre a meditar sobre la ortodromía divina de este siglo que llegaba a su término: “Esta consagración, pedida por la Beata María del Divino Corazón a León XIII en 1898 es una luz para nosotros en todas nuestras anticipaciones, nuestros anuncios, esperanzas en la catástrofe actual.

Eso dicho, el otro día sin darme tanto cuenta me llamó la atención, la ocurrencia de las dos cosas. Es en 1898 que la beata María del Divino Corazón va tener las inspiraciones que la van a llevar a pedirle al papa León XIII de consagrar el mundo al Sagrado Corazón. Lo sé desde hace mucho tiempo. ¡Mientras que no sé cuál es el origen de todas las alusiones del Papa al año 2000!

En cuanto a nosotros, si el año 2000 tiene una significación, es en relación a este siglo que se concluye. Dios ha querido que este terrible siglo sea el objeto de una consagración al Sagrado Corazón para que seamos victoriosos del enemigo y no hemos esperado estos últimos años para esperarlo. Ahora, estando ya muy cerca del final, este centenario impresiona, tanto más que es precisamente en estos últimos días que hemos pensado de manera particular a la que se lo pidió a León XIII y que, precisamente, ha pasado su vida religiosa principalmente en Porto, a dos pasos de Fátima.” (19 de noviembre de 1998)

Por eso, el 21 de noviembre de 1998, nuestro Padre le anunció a la comunidad su deseo de llevarnos a todos en peregrinación a Porto, Moure y Fátima, en junio de 1999, para el centenario de la Consagración del mundo al Sagrado Corazón.

A fuerzas de pensar en aquel año decisivo, o aquellos años decisivos, han terminado por llegar. Las profecías de Don Bosco deben realizarse en el siglo veinte y ya no queda mucho tiempo. Confiamos en sus profecías. Esta confianza no es absoluta, pero muchas cosas nos recuerdan que el gran combate apocalíptico se aproxima.”

Así pues nuestro Padre nos exhorta a adentrarnos más a fondo en la consagración del mundo al Sagrado Corazón, al ejemplo de María del Divino Corazón.

Estos días, pensaba en esta consagración, nos dijo. De ahí viene mi inspiración a voltear nuestros corazones hacia este aniversario de la consagración del mundo al Sagrado Corazón. No debemos olvidar que nosotros llevamos el Sagrado Corazón, sobre nuestros hábitos, no solamente sobre nuestras cogullas, sino en nuestros corazones. El Sagrado Corazón es el centro del centro de nuestro ser.

Para ello, debemos acompañar a la Santa a partir de hoy en este camino que fue para ella un terrible vía Crucis, mas ella anunció el 1º de enero de 1899 que sería un año de misericordia.

Sus sufrimientos le valieron al mundo esta consagración hecha por León XIII.” Pero los frutos de esta consagración no estuvieron a la altura de las promesas divinas ni de la espera de la santa mensajera. Nuestro Padre entendió esta dura verdad:

“Apresurado en reanudar el hilo de oro y plata de la ortodromía católica, la que desemboca en las promesas incondicionales de Nuestro Señor en Porto, en 1899, y en las de la Inmaculada Virgen María, en 1917, quiero, cortando con toda prudencia mundana, demostrarles que entre Cristo y su Vicario en la tierra, existe un ‘juego de fuercitas’, una prueba de fuerza ¡sí! sobre el siguiente ya antiguo ‘desafío’: el Papa, hace cien años, se reservó en soberano absoluto el campo de su política y el juego apasionante, embriagante, de su diplomacia personal y, desde entonces, recusa que sea propiedad y conducta de Jesucristo y de su Santa Madre, obstruyendo así los designios de gracia y de misericordia que en su Único Corazón amoroso y compasivo, ellos han concebido bajo la orden de su Padre Celestial, a la alabanza de su Gloria y para la conversión de los pobres pecadores.[15]

Muy impresionado al ver todo lo que sufrió la madre María del Divino Corazón en los últimos meses de su vida, nos dijo: “¿Por qué tantos sufrimientos, para qué este encarnizarse del demonio permitido por Dios, de tal manera que esta víctima queda hecha jirón? Pera este jirón no hace más que la voluntad de Cristo y es en sus sufrimientos, y finalmente en su muerte, que autentifica su misión divina. Hasta el final, eso no será sino una batalla.

Batalla para someter en fin las voluntades humanas a la voluntad de Nuestro Señor y darnos la certeza que lo que ha sido realizado, en semejantes sufrimientos, semejantes contradicciones, ha sido deseado por Dios.

Foto tomada durante el Vía Crucis
En Fátima, seguimos el vía crucis de los Húngaros. Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. “Qué este amor me despegue de todo lo que pasa y que no vale gran cosa , para apegarme a tus pasos y que me haga participe en esta vida y en la otra de los sentimientos de tu Corazón divino, oh Jesús, mi Rey de amor!

En consecuencia de que, el mundo debe ser consagrado al Sagrado Corazón y de esta consagración debe manar un gran bien.”

Así será para nuestro Padre: veremos como el final de su vida no será más que sufrimientos, desde hace tiempo entre vistas y aceptadas ¡autentificando así su obra de Contra Reforma católica!

En su admiración a la madre María del Divino Corazón, nuestro Padre no olvido por lo tanto Fátima:

En Fátima, gracias a nuestra peregrinación, entramos en el hoy de la Inmaculada. En Fátima, entendemos que la Santísima Virgen vino en busca nuestra, Ella vino a salvarnos tantas veces en los siglos pasados y seis veces seguidas en Fátima.

En el Carmelo de Coímbra, en el que vivía sor María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado; “Nuestro Padre y nuestras comunidades a los pies del Sagrado Corazón para el centenario de la Madre María del Divino Corazón, y luego venerando a Jesús Hostia en Moure, para terminar a los pies de Nuestra Madre amada en Fátima ¡qué cosa más bonita! ¡El Cielo en la tierra!” (fray Hugo)

En pos de ello, somos inexcusables si no nos convertimos. Los que creen en Fátima irán al Cielo, si no hacen travesuras, pero tendrán tiempo para ser perdonados. Pero si son unos impíos y que no creen en la diligencia de la Inmaculada ¿cómo quieren que Nuestro Señor les permita este desarreglo mental y moral? ¡Rechazar a la Virgen María cuando viene a vernos!

Sabemos por el gran secreto la importancia de los eventos de este siglo. Entonces, es cierto que estamos en una carrera y vemos bien que Nuestro Señor y la Virgen María hacen todo lo posible para convertir al mundo entero. ¡Bueno pues! en marcha, tal vez el fin del mundo es dentro de dos años, cinco años, yo que sé. Es menester que estemos del buen lado y no baboseando en la tierra con todas esas locuras del mundo moderno, todos esos placeres estúpidos y todo eso, contra Dios.” (6 de diciembre de 1998)

1999: LA PRUEBA DE LA FE

Creer que el milagro será en 1999.” Es bajo ese título que, en la Liga de la CRC de diciembre de 1998, nuestro Padre informa a sus lectores del giro que “tomó en vísperas de la fiesta de la Inmaculada Concepción” que nos llevará a Moure durante nuestra peregrinación, el 11 de junio, “y de ahí al Amor al Sagrado Corazón de Jesús y de María...”

La Iglesia haciéndose cómplice del mundo infernal, nuestro Padre nos invita a refugiarnos “bajo el manto de la Virgen, en lugares inaccesibles a los demonios”, ya que “las culebras o las culebrinas que deben tirotearnos y cañonearnos son colocados hoy en día, con la fachada de Vigilancia y de... delación obligatoria, de civismo republicano, de laicidad nueva y de derechos Humanos; estamos amolados.

Al término de la carrera, de todas formas antes de que este siglo haya apagado su última veladora, o seremos mártires, o seremos confesores de la fe cantando el himno de nuestra liberación, en la tierra como en el Cielo.”

De hecho, aquel año 1999 será para nosotros un año muy difícil. El gobierno habiendo reforzado su lucha contra las sectas, íbamos a ser enfrentados súbitamente sobre todos los frentes, mientras que nuestro Padre se sentía físicamente quebrado por la enfermedad.

POR EL TRIUNFO UNIVERSAL DE JESÚS Y DE MARÍA.

En su dura lucha, una certeza apoyó siempre a nuestro Padre, la de ver el triunfo de la Virgen Inmaculada:

Foto de la procesión de la Asunción
El 15 de agosto de 1999 en la casa San José: “Ese Dios cuyo Amor infinito se dirige hacia Ella de toda eternidad, quiere que por fin empecemos por consagrarnos a Ella si queremos darle gusto a Él entrando en sus preferencias. ¡Qué misterio, infinitamente sabio y salvador! Así pues creo, espero y amor por María, en María, para María, que nuestro amantísimo Padre Celestial llena con su Omnipotencia.”

Para mí, siempre conservé en el corazón esta misteriosa visión, de la cual quisiera hacerles sentir la inagotable dulzura y la certeza, la alegría, la fuerza que procura a cambio; pero ya se los he contado.

Era en Brest en 1937. Admiraba una escuadra volviendo al puerto en gran empavesada, lo que nunca había visto sino en pintura en el museo del arsenal. Eso me hizo resentir una extraordinaria impresión de potencia guerrera, de perfección, de orden y de movimiento silencioso sobre el mar, de alegría como un regreso tras varios combates victoriosos. Y la lección  se me imprimía en el alma a saber que lo veré con mis propios ojos, no de una simple flota de guerra volviendo al puerto cubierta de gloria, mas de un triunfo universal de Jesús y de sus apóstoles tras grandes y terribles vicisitudes que durarían casi (¡sic!) todo el tiempo de mi vida. ¡Lo aceptaba, no quería otra cosa, no me imaginaba nada mejor sino trabajar barloventeando y zancajeando a largo plazo por la gloria de semejante regreso al puerto![16]

Esta certitud no era sino la transposición guerrera de la promesa de Nuestra Señora, confiada veinte años antes a los videntes de Fátima el 13 de julio de 1917: “La promesa es segura, sin ninguna condición, así de increíble como parezca. La palabra de Nuestra Señora no sabría defraudarnos: la salvación vendrá de Ella y tan sólo de Ella: Al final mi Corazón Inmaculado triunfará (sobre) el Santo Padre (que)  me consagrará Rusia. “Así es como se debe traducir[17]. De ello resulta una perspectiva exaltante, de una ardiente actualidad:

Será prodigioso, pero de una cierta manera saldrá bien, será justo y digno, equitativo y saludable, esta gracia cayendo sobre un pueblo sin duda victorioso, poderoso, orgulloso de su heroísmo, saciado por sus conquistas y vuelto a sus tradiciones. En una palabra: que se mantuvo en una buena condición física y mental, y hasta moral, por la Virgen María a quien ha sido particularmente confiado. Si hasta vencida a su vez, agotada, desgraciada, Rusia por su sorprendente conversión será un objeto de estupefacción y un instrumento de salvación para los demás pueblos, caídos en la anarquía, la inmoralidad, la apostasía como Sodoma y Gomorra. ¡Sobre todo que esta conversión será esperada con una inmensa curiosidad en cuanto el Papa haya procedido a la consagración pedida por María, y eso a vistas y sabiendas del universo entero. Todos verán el milagro y todos lo entenderán!

Será la obra inmediata y milagrosa de la única Virgen María en la omnipotencia de su Corazón Inmaculado.[18]

EL ‘MES DE LAS FLORES’.

El domingo 28 de febrero de 1999, durante el desayuno, anuncio yo: “¡El mes de las flores empieza mañana!” – “¡Qué esperanza! Prosigue nuestro Padre. Y sin embargo, si no pasa nada, seguiremos esperando ¡y hasta mil años todavía, si es necesario!

¿Pero saben porque esperábamos el fin de nuestras desgracias en ese ‘mes de las flores’? Para entenderlo, es necesario referirse a la CRC de noviembre de 1993[19], en la que nuestro Padre cuenta como un amigo le había enviado el libro de los ‘Sueños de Don Bosco’, evocando los castigos terribles que deben azotar a la tierra, particularmente a Francia y a Italia ¡y principalmente a Paris y a Roma!

Después de este terrible diluvio, de los castigos tan merecidos, cuenta don Bosco, por fin se nos anuncia la victoria de María. En los términos siguientes: ‘Esos eventos se llevarán a cabo inevitablemente uno tras otro. Las cosas se pasan demasiado lento, mas la augusta Reina del Cielo está aquí. La potencia del Señor está entre sus manos. Ella dispersa a sus enemigos como las nubes. Ella reviste al venerable Anciano con todos sus antiguos ornamentos. Habrá todavía un violento huracán más. La iniquidad quedó aniquilada; el pecado llegó a su fin y, antes de que pasen las dos lunas llenas del mes de las flores, el arcoíris de la paz aparecerá sobre la tierra. El gran Ministro verá a la Esposa de su Rey vestida con sus hábitos de fiesta. En el mundo entero saldrá un sol tan luminoso como las llamas del Cenáculo y tal como ya nunca más se volverá a ver hasta el fin de los tiempos.’ ”

De inmediato, cada uno busca el mes que presenta ‘las dos lunas llenas’. Entre las fechas posibles, está marzo de 1999.

Quedaba una duda, porque el mes de marzo no es el mes de mayo, que aquí es el mes de las flores ¿no? Nuestro inagotable amigo, para quitarse las dudas volvió pues a Turín...” Allá, le contestaron: “Aquí, en Turín, en Italia ¡es marzo el mes de las flores! ¡desde siempre!”

Y cuando llegaríamos a marzo del 99, todos, amigos y enemigos, sabrían que la Hora de Dios llegaría pronto. El sol esperado, renovando el milagro del 13 de octubre de 1917, sería la señal de la venida de Cristo Rey para la aurora del año 2000, como hemos previsto ¡dado la consagración del mundo a su Sagrado Corazón, pronunciada a la aurora de este siglo, el 11 de junio de 1899, por el papa León XIII![20]

Entreviendo el reino universal del Corazón de Jesús por el Inmaculado Corazón de María, nuestro Padre escribe en la Liga de la CRC n° 353, con fecha 11 de febrero:

Por fin hoy, llega la última etapa de este dramático enfrentamiento entre la Iglesia de los mártires y la Sinagoga de Satanás. Es menester conservar la esperanza en la Victoria final tal como ha sido anunciada por las profecías de la Virgen María y de los santos, sin flaquear.”

Y nos exhorta a la paciencia, a la oración y al sacrificio.

Estamos en la espera de un evento tan dichoso, seguía escribiendo nuestro Padre, pero sólo después de un terrible castigo. Esperamos ese castigo, atentos a lo que va pasar, para entender las profecías de Don Bosco y dirigir adecuadamente la opinión de la gente que nos sigue, tan escasa como sea.”

Sin embargo, los meses pasan y ningún evento que de ánimos acontece... Es la gran prueba de fe que empieza, y nuestro Padre nos dice: “Dentro de poco Dios va intervenir, porque la corrupción y la impiedad actuales no pueden durar. Mas, cuando uno espera, día tras día ¡parece eterno! Veo venir la persecución de la Iglesia: será nuestro castigo...” (8 de febrero de 1999)

En marzo: “Estamos desorientados, pero es menester confiar en la Virgen María, echarnos en sus brazos y pensar que el mes de las flores ha empezado.”

Entonces escribía en la CRC:

Henos aquí en marzo, ese ‘mes de las flores’ de 1999 que, según Don Bosco, debe ser el del “Gran Regreso” de la Iglesia siguiendo a su Papa ‘revestido con sus santos ornamentos’ a Roma, en el Vaticano, sobre el trono pontifical [...].

Esperamos la Hora anunciada de nuestra Consolación. Pero la esperamos trabajando activamente, con esa ‘alacridad’ cuya simple palabra nos pone manos a la obra con ardor por las ‘necesidades del Servicio’ [...], mientras que yo no logro seguir, porque me estoy poniendo viejito. Y eso debe ayudarlos a perdonarme. Está el cansancio del patrón, mas están las obligaciones [21]...”

LA PRUEBA DE LA ENFERMEDAD.

Testigo de la Inmaculada, nuestro Padre va ahora entrar en el mismo anonadamiento de la enfermedad, la misma inmolación que la madre María del Divino Corazón o sor María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado.

Le escribo a nuestras comunidades de Canadá: “Nuestro Padre por fin terminó su artículo sobre la madre María del Divino Corazón. Fue una dura labor, conmovedora al seguirla día tras día, acompañada de grandes e inexplicables cansancios.

El 22 de marzo nuestro Padre deber ser operado de nuevo. Todo se pasa bien pero, en la noche del 24 al 25 de marzo, la clínica me llama: nuestro Padre tiene angustias tales que se me pide que venga a estar junto a él. Voy pues, ¡una vez acabadas las maitines! Afortunadamente, cuando nuestro Padre me apercibe, se calma.

Nos edifica a todos por su abandono y su sumisión a la Voluntad de Dios: “Todo eso llega justo cuando estábamos meditando la vida de la madre María del Divino Corazón. El 3 de julio, le diré a Nuestro Señor que acepto la cruz y el sufrimiento, que hasta lo pido. Ahora, debó cargar la cruz...

Y aun: “Es justamente la cruz que desee que se instala en mi cuerpo, como lo normal.” (miércoles 7 de julio de 1999)

Y nuestro Padre tenía razón cuando nos confiaba: “Ya no pertenezco a la tierra desde hace dos, tres, cuatro años...”, es decir desde 1996.

En efecto, acepta ser despojado poco a poco de todas sus capacidades y repite a menudo, con una humildad desconcertante: “Soy un pobre diablo.” Se tambalea seguido, irresistiblemente desviado hacia la izquierda, y su paso se vuelve incierto. Sus vértebras cervicales lo hacen sufrir y la joroba de su espalda se acentúa tanto que ya no puede levantar completamente la cabeza. Un dolor lancinante empieza a paralizarle la mano, deformando su escritura. Ya no logra pensar y escribir al mismo tiempo. De vez en cuando pues me pide que acabe los artículos que ha empezado, en la incapacidad en la que está de sintetizar sus ideas. Su memoria, antaño tan extraordinaria, le falla de vez en cuando. Del mismo modo, cuando habla, busca sus palabras; él que con tanta facilidad se expresaba, ya no logra dar a entender perfectamente su idea.

En enero, él mismo, decide ya no manejar, después que le hayamos hecho notar que tenía tendencia a andar muy a la izquierda. Esa renuncia fue muy sensible, él, a quien no solamente le gustaba manejar ¡sino que corregía a los hermanos conductores! A partir de ese día, se dejará conducir siempre.

Nuestro Padre nunca se queja y no apesadumbra sobre él mismo; lo que lo agobia y permanece su principal y verdadera preocupación, “es el derrumbe de la Iglesia” ¡como dice con un acento tan doloroso!

Durante el desfile en honor a Santa Juana de Arco, el 11 de mayo de 1999, no podemos evitar comparar:

El Buen Dios realiza sus proyectos con una jovencita de diecisiete años, o con un ancianito sin fuerzas... a fin que sea claro que es ÉL SÓLO quien hace todo.”

EN LA ESPERA DE UN SECRETO PESADO.

Nuestra peregrinación comunitaria a Fátima, Moure y Porto  se dieron a cabo como previsto, del 9 al 13 de junio siguientes, durante la cual recibimos gracia tras gracia. Nuestro Padre concluye con una vigorosa exhortación mostrándonos que el fruto de semejante peregrinación era la fidelidad a las exigencias de nuestra vocación. Y luego nos habló de sus serias reflexiones:

“Todo Fátima recuerda Roma. Es la potencia de Fátima, ciudad de María... pero en ciertos momentos, tiene uno la impresión que está asaltada, violada por el demonio [...]. El desafecto del sacramento de penitencia parece estar generalizado [...]. En ese 13 de junio, aniversario de la aparición en la que Nuestra Señora mostró su Corazón Inmaculado cercado de espinas, no oímos ninguna exhortación  para reparar, y para consolar el Corazón de nuestra Madre tan buena pero tan ultrajada. Si continua así, Fátima será arrastrado como lo demás [...].

“Hay de que preocuparse. Hoy, es el culto del hombre que desarraiga los mensajes divinos de estos últimos dos cientos años, y se sustituye al culto del Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María. Le debemos decir pues a Nuestra Señora: Estamos en peligro. Estoy en peligro. Ven a salvarnos. El fuego impresionante del quemador de cirios evoca al caso la visión del infierno. Debemos decirnos: No quiero irme al infierno. Quiero cambiar, ser más mortificado y reparar por los pecadores, y yo primero. El progreso no está detrás de nosotros, más delante de nosotros: falta cumplirlo con un cambio efectivo. Que la Virgen María bendiga nuestras reflexiones y nuestras resoluciones.[22]

Era anticipar de apenas un año la revelación del tercer Secreto. Sí en verdad, la mística de nuestro Padre se arraiga en el seno de la voluntad divina que es, en nuestros últimos tiempos, salvar todo por medio del Corazón Inmaculado de María.

PERSECUCIONES DIVERSAS.

A causa de su estado enfermizo nuestro Padre ya no tiene la energía de antes, y las malas noticias tienen más impacto sobre él. Le escribo a los hermanos de Canadá: “Desde hace cierto tiempo, nuestro Padre está cansado, aplastado bajo el peso de preocupaciones enormes, sin fuerzas, pero siempre recupera energía para gobernar el navío.”

¿Cuáles eran todas esas preocupaciones? Por supuesto, las malas noticias del mundo, cada cual más preocupante, puesto que estábamos en plena guerra del Kosovo. Pero sobre todo, una serie impresionante de encuestas judiciales y chequeos administrativos ¡dirigidos contra él y la comunidad!

Encuesta sobre los accionarios de la sci; convocación de los hermanos ante el tribunal de Comercio; proceso contra una de nuestras hermanas para sacarla de su comunidad; rechazo de la superiora de Porto en recibir a nuestro Padre, durante nuestra siguiente peregrinación.

El 10 de junio, sale el informe sobre ‘el dinero de las sectas’, en el cual estamos designados. ¡Poco tiempo después, varios chequeos del fisco se nos vienen encima!

Nuestro Padre nos exhorta a conservar la esperanza y la confianza. El 18 de junio de 1999, nos repite:

Mi idea, es que hay una carrera de velocidad entre los ejércitos del bien y los ejércitos del mal. El demonio sabe que toda va voltearse contra él a una cierta fecha y en el instante en que se creerá que la Iglesia va ser vencida mortalmente, será el instante en que será vencedora, y nos estamos acercando...”

Martes 6 de julio, inspección del campamento de niños en Caden, Bretaña, por una comisión del ‘Ministerio de la Juventud y del Deporte’.

El 7 de julio; fray Gerardo recibe la orden de correr a los niños no apadrinados por un cercano. ¡Y el 10, está obligado de cerrar el campamento! Todo eso queda expandido por los medias y, en la tele, linchan mediáticamente a la comunidad.

Probado mas de ninguna manera abatido, nuestro Padre ve claramente que todos se ligan para destruirnos: “Es una hora grave [...]. Y no es más que el principio de los tormentos.”

Como católicos ¡estamos en primera fila en la lucha contra la República! ¡somos la punta de la lanza de la Contra Revolución!

Es necesario tener los nervios sólidos, llevarnos bien entre nosotros y servir con gusto. Día tras día, las cosas pueden tomar proporciones sorprendentes... Tenemos que rezar más.”

El 20 de agosto, nuestro Padre hará esta predicción que se realizó literalmente: “Tendremos dos años muy difíciles que vivir en la pobreza y las persecuciones, pero después, será el renacer de nuestra Orden y su expansión. No sobremos donde meter a los postulantes.”

En la espera ¡las preocupaciones continúan! En septiembre, la Inspección del trabajo nos demanda: el lío irá hasta los tribunales y... ganaremos el juicio!

El 10 de octubre, nuestro Padre empieza a predicarnos el retiro de comunidad, pero a partir del martes nos confía: “¡Estoy tan cansado! Es imposible darse cuenta de los cansado que estoy...” (12 de octubre de 1999)

A la mitad del retiro, está tan cansado que debe parar. Resiente “grandes cansancios cerebrales” y se pregunta: “¿Qué es lo que Jesús nos pide para el porvenir?” (20 de octubre de 1999)

Durante la sesión de Todos Santos, tras la representación del ‘Martirio de San Pedro’, se dirige a los jóvenes asistentes para avisarles que, mientras no haya un cambio político, viviremos momentos duros: “Creo que vamos hacia momentos de prueba, espantosos, hacia desencadenamientos de horror. Será necesario un golpe de estado político mundial que empiezo a adivinar, para que, de repente, los impíos queden confundidos y los pobres exaltados. Me parece que Dios no irá hasta imponernos pruebas terribles, mas no llevará hasta los límites de lo posible. Habrá que convencernos que la Virgen María aplasta la cabeza de la Serpiente y que ella es Victoriosa de todas las herejías. Es por eso que debe ser nuestro pensamiento continuo.”

HACIA EL JUBILEO DEL AÑO 2000.

Antes de la Navidad de 1999, Francia sufre una serie de catástrofes: inundaciones, mareas negras tras el naufragio de la Erika, el 12 de diciembre.

El 26 de diciembre, una violenta tormenta hace estragos en todo el norte de Francia, de Bretaña hasta las Vosges, pasando por París. Los vientos llegan a soplar hasta 210 km/h. Los estragos son considerables: miles de árboles arrancados, afectando todo el enlace electrónico; los tejados se derrumban. La gente habla de una “visión de Apocalipsis”, de un “fin del mundo”, de paisajes devastados como después de un “bombardeo”...

En la noche del 27 de diciembre, nuevas tormentas e inundaciones. Sin embargo, en París ¡la fiesta del año 2000 se prepara a pesar de todo!

El 29 de diciembre, en una Carta a los amigos, nuestro Padre escribe: “Habíamos presentido que las pruebas nos iban a caer encima. ¿Cómo tuvimos ese presentimiento? Porque las blasfemias son demasiado violentas. Francia, la hija mayor de la Iglesia, que se cree superiora a todas las leyes, y la República  francesa en particular, desafió la fe cristiana en todas sus emisiones de televisión y otras. ¡Eso clamaba venganza ante Dios! ¡No es posible que eso dure así! [...] Entonces ¿Francia va entender que hay que rezarle a Dios, que hay ser chiquitos en la mano de Dios? ¡No, para nada! [...] La Gloria de Dios está olvidada y no satisfecha: Francia parece estar muerta en su ateísmo y... en su impiedad manifiesta. ¡Nuestro país está obseso por este año 2000 y por eso se acabó con la religión!

Por su lado, el 25 de diciembre, el papa Juan Pablo II había abierto las ceremonias del Jubileo del año 2000. ¿Se puede esperar una conversión general? ¡Nuestro Padre lo duda! Por sumisión a la Iglesia, nuestro Padre querrá que la Falange cumpla seriamente las prácticas de ese Jubileo.

No es por eso que no denunciará “el papel del diablo” que actúan todos los que aprovechan para andar de fiesta, a la manera de los jmj, “los Juegos Mundiales de la Juventud”, “verdadero culto, fiesta enorme, incondicionada, pagana: a la pura gloria del hombre... y de la mujer!

El año 1999 se termina pues tristemente. El 31 de diciembre, nuestro Padre nos dice con gravedad:

Ahora que estamos en momentos de catástrofes materiales, es menester contar con que las almas se pueden confundir. ¡El silencio de los sacerdotes y de los obispos es inconcebible! Nuestra labor, durante ese tiempo, es continuar a marcar al adversario sobre el plan doctrinal: las etapas de la descomposición de la Iglesia, y su apostasía. Y cada una de nuestras almas debe participar a la lucha.

Me queda claro que, para nuestros cardenales, este Jubileo es un refrito del Concilio. La Iglesia sufrió un ataque formidable y tiembla sobre sus fundaciones y nosotros, no tenemos derecho, mientras tanto, de ocuparnos de otra cosa. Cada uno debe decirse: ¿Yo, en estos tiempos difíciles, conservaré la fe, la esperanza y la caridad?’ ”

2000. EL SECRETO DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

El 1º de enero, Francia se enloquece en las fiestas... y Dios no se manifiesta. Nuestro Padre se coloca pues ‘bajo el signo del profeta Jonás’.

Así, Dios no hizo nada el 1º de enero. Se dejó... Siempre seremos profetas de desgracia que se equivocan porque Dios tiene piedad de esa gente. ¡Tengamos también piedad de ellos![23]

¡Para nuestro Padre, las pruebas continúan!

La prensa republicana y laica se desata contra la CRC, denunciada como una secta peligrosa[24]” y a partir del 3 de enero, los chequeos fiscales y administrativos se suceden, sin dejarnos descansar, preludiando persecuciones más graves a las cuales nuestro Padre no deja de prepararse.

El 29 de enero, en capítulo, nuestro Padre no hace una confidencia conmovedora: “Les confesaría que en este momento estoy tentado en dejar todo... pero no lo haré. Es horrible cargar el peso de nuestra comunidad en semejante tormenta. Estoy muy perturbado. Si Dios no nos guía de la mano... Pero desde hace tantos años que Papá Dios nos guía, no es el momento para flaquear. No hecho a un lado la idea –Dios nos preserve– que tengamos que cerrar. Quieren nuestro pescuezo ¡eso es seguro!

La contradicción, las críticas, me acaban... Necesitaría poder hacer un retiro para volver a hallar  fuerzas ahí donde están.”

En efecto, de verdad siente que decae y voltea su mirada hacia el Cielo: “Entendí, durante estos dos últimos años, lo que es volverse un anciano y lo saboreo, porque es la mejor cosa que Dios pueda darnos para que nos acostumbremos a la idea que esta vida se acabará un día, pero que iremos de esta vida a la eternidad, entendiendo que es una misericordia que Dios nos desprenda de esta vida.” (9 de enero de 2000)

¡No por eso deja de creer en el triunfo del Corazón Inmaculado de María!

LA REVELACIÓN DEL SECRETO.

A fuerzas de esperar, estamos más cerca que nunca de la salvación y más nos acercamos, más rápido pasan los días. La cuenta regresiva ha empezado... Sor Lucía va morir dentro de poco ahora: es la garante del mensaje de Nuestra Señora, entonces sabemos que nuestros días de prueba están casi terminados. Entonces, es el momento de obedecerle a Nuestro Señor y regocijarnos de nuestra liberación cercana.” (25 de febrero de 2000)

Foto de la procesión de la Asunción
La Inmaculada triste hasta la muerte.
Barro, policroma, moldeada por fray Enrique de la Cruz.

El 12 de marzo de 2000, el Papa hace un arrepentimiento solemne por ‘los errores históricos’ (¡sic!) cometidos por la Iglesia católica. “¡En vez, se indigna nuestro Padre, de hacérselas contra los santos Papas que hicieron la Cruzada y la Inquisición, que cumplieron con su deber y salvaron a la Cristiandad, que pidan pues perdón por su propia política, por su sujeción ante la masonería y el comunismo en el mundo entero desde hace setenta años!” Desgraciadamente estaban lejos de ello. El 21 de marzo, durante su viaje a Palestina, Juan Pablo II grita a las orillas del Jordán: “¡Qué San Juan Bautista proteja al islam” y, dos días después, abre una reunión interreligiosa en Jerusalén con una citación de la primera sorata del Corán: “Qué el Todo Poderoso traiga paz a toda esta región amada.” Nuestro Padre comenta: “¿Sin Jesucristo? ¡Pero es imposible, Santo Padre! Sólo Él es nuestra Paz, con su Divina Madre. Es ese mensaje que los pueblos de ‘esta región amada’ esperan... y usted no se las entrega.[25]

Cuando uno vuelve a leer las primeras planas o las ligas de esos primeros meses del año 2000, las palabras de ‘penitencia’ y de ‘sangre de los mártires’ vuelven a menudo bajo la pluma de nuestro Padre. Admirable premonición del tercer Secreto!

El Padre de Nantes en la casa San José en septiembre de 2000. Bajo la fuerte impresión de la revelación del tercer Secreto de Fátima, compuso una ‘Queja de amor y de misericordia del Corazón Inmaculado’ de Nuestra Madre’:
Yo te amo María, y sufro... Desde que oí las exhortaciones de la beata Jacinta a Lucía, sufro porque todos mis hermanos no te piden las gracias que necesitan para no irse al infierno. No saben con qué amor los amas...
¿Qué hay en este Corazón Inmaculado, sino su Jesús, su Único, su Hijo que le han quitado para matarlo, y todos los que se le asemeja?
Juan Pablo I fue uno de éstos, al igual que nuestro Padre. “En esta estación de su Vía Crucis, se muestra mi perfecto servidor, apremiado en expiar conmigo y nuestro amado Jesús las faltas y los crímenes de sus predecesores. No quiero castigar tantos crímenes horribles sin que antes nuestra Caridad universal se empeñe en hacer olvidar el mal y procure los bienes supremos de la Misericordia y del Perdón. Mi servidor él mismo predicaba con el ejemplo.”

El 13 de mayo de 2000, el papa Juan Pablo II está en Fátima para beatificar a Francisco y a Jacinta. El cardenal Sodano anuncia la publicación del tercer Secreto, y da ya la interpretación del Papa. Preocupadísimo, nuestro Padre va él también a Fátima: “Me fui a Portugal para tratar de iluminar mi linterna... Es necesario saber si todo era serio. Estoy en la expectativa, todavía no he hecho mi pequeña constatación personal, el pro y el contra de las soluciones que se presentan.

Un terrible partido se va jugar. La Virgen María lo dijo. Se lo dijo a sor Lucía quien lo repitió. La lucha que se está llevando a cabo es extremadamente decisiva. O gana el demonio o gana la Virgen María. Los que se confiaran a Ella serán salvados. Los que recusan su mensaje serán entregados al fuego eterno que ha sido mostrado a los niños para asustar al mundo.”

Durante la sesión de Pentecostés, le confío yo a nuestros jóvenes: “Estoy muy impresionado por nuestro Padre. Está viviendo la agonía de la Iglesia en este momento. Tiene una expresión trágica, porque no se recobra de la mentira del Papa. Eso lo impresiona, hasta físicamente. Es por eso que está jorobado. Necesitamos rezar mucho por él.”

El tercer Secreto es publicado por fin el 26 de junio. Al leerlo por primera vez, nuestro Padre se quedó muy turbado. ¡No se esperaba a una revelación semejante, ni a la interpretación del Papa! El 2 de julio, califica el Secreto de ‘testamento de la Virgen’ y de “visión de una muerte de la Iglesia” (2 de julio de 2000).

Superando su angustia, nuestro Padre escribe una conmovedora elegía, ‘Queja de amor y de misericordia de nuestra Madre’, con fecha 15 de julio de 2000, parafraseando el Secreto: “¡Ay! Queridos hijos, miren, miren bien al que ya han apercibido, pero como un fantasma a través los velos de la gloria de Dios que riegan a este país. Es su Papa, desaparecido un momento, como muerto, y que vuelve, como un buen Pastor, para salvar su rebaño.[26]

Y el 22 de julio, nos comenta palabra por palabra este Secreto. Ultima conferencia que podrá pronunciar... ¡Esta vez, todo se aclara y esa certeza ya no lo soltará!

NUESTRO PADRE SE HACE A UN LADO ANTE JUAN PABLO I.

En un cuaderno personal, nuestro Padre escribe, con fecha 3 de septiembre: “¡Por amor a Ti, oh Inmaculada Concepción, aplasta al anticristo! ¿Cómo pueden ser toleradas por el Cielo esas fiestas de Satanás? Soy una lijona espiritual y corporal.” (3 de septiembre de 2000)

El 21 de noviembre, nuestro Padre se exclama: “Tenemos que rezar por la Santa Iglesia. Si no hubiéramos tenido el mensaje de la Virgen María, ya no tendríamos esperanza alguna. ¡Pero volveráeste santo con su corazón de fuego! Será como cuando Jesús le dijo a Lázaro:¡Lázaro, sal fuera!Será la felicidad de nuestra vida y la veremos con nuestros ojos.”

En efecto, a partir de ese momento, la revelación del Secreto de Nuestra Señora de Fátima ¡se volverá la luz que iluminará y confortará los diez últimos años de nuestro Padre!

El 12 de diciembre, nos cuenta la inspiración  que acaba de recibir, después de haber corregido las últimas planas de la CRC del mes de diciembre del 2000[27]:

Con su Secreto tan hermoso, Nuestra Señora le devolvió plenamente a nuestra afección, a nuestra admiración, a nuestro culto, este buen Pastor tan sabio, tan sabio, desbordando de solicitud por su grey, atrayendo todo a él para sanar al mundo de sus demencias, con humor y delicadeza…

Es un idea que se impuso a mi mente, al amanecer de la fiesta de Santa Lucía, mientras que acababa de corregir las planas del concurrente boletín, tan terrible, en que la lucha del demonio contra la Santísima Virgen va hasta el asesinato de un Papa ¡sin que nadie se mueva! ¿Y qué idea pues? Que se acabó la Contra Reforma católica en el siglo veinte. Empieza la Resurrección en el siglo veintiuno. Con Juan Pablo I todo murió y todo va resucitar con él.

Ya que buscábamos qué nuevo título darle a nuestro mensual para este nuevo milenio, decidí abandonar el de Contra Reforma católica en el siglo veinte, y cerrar esta gran obra en la que hemos elaborado el cuerpo de nuestra doctrina CRC a merced del combate llevado por Satanás contra la Bienaventurada Virgen María... Eso dicho, es en el momento en que todo muere, conforme a la profecía del tercer Secreto de Fátima  que proclamaremos con un nuevo título la Resurrección de la Iglesia, tan cierta que la de Nuestro Señor Jesucristo…

Hoy, de una cierta manera’, la Contra Reforma cierra sus puertas, porque la Reforma conciliar va desaparecer por la gracia de este Papa mártir. Y he aquí que va revivir lo que creíamos muerto, gracias al renacer de la Iglesia. Y así se acabará con eso de soportar el yugo del demonio, porque será echado fuera de la Iglesia por la gracia omnipotente de la Inmaculada. Ella tan querida por Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Ella aplastará la cabeza de la Serpiente. 

Será la victoria de Nuestra Señora de Fátima, del elegido que lleva en su Corazón, revelado por el tercer Secreto: como José en el Antiguo Testamento, hijo querido de Raquel, vendido por sus hermanos, los volverá a encontrar, no para vengarse sino para salvarlos a todos.”

A lo largo de su vida, nuestro Padre había trabajado sin descanso al renacer de la Iglesia, pero sin resultado. ¡Es por eso que había decidido encomendarse totalmente a la Inmaculada! Y he aquí que ahora, la Inmaculada revelaba a través de quien realizaría Ella la resurrección de la Iglesia. ¡Por eso, nuestro Padre estaba aliviado y esta alegría ya no lo abandonará!

Por mi lado, me siento como liberado, después de haber luchado tanto tiempo solo. Me pongo a un lado ante aquel que la Inmaculada resucita para la salvación de la Iglesia, cuyo advenimiento está a nuestras puertas: misterios gloriosos, apenas esquizados en el tercer Secreto, porque la simple visión de la víctima matada por sus hermanos basta para inspirarnos el presentimiento de su Resurrección. Esta tercera parte del gran Secreto deja ciego por tanta luz y gloria...

Al día siguiente de la triste ceremonia del 13 de mayo del 2000, estamos como muertos, entre los muertos. Pero, después, la luz de Cristo ha brillado en nuestras almas, una nueva alegría ha inundado nuestros corazones. Nuestra certeza de una protección de la Virgen María es indesarraigable  porque es Ella quien empezó esta obra de resurrección, en 1917, volviendo a los beatos Francisco y Jacinta nuestros modelos, y de Lucía el heraldo de su mensaje: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!

RESURRECCIÓN.

En su sermón del 31 de diciembre del 2000, nuestro Padre está lleno de esperanza. Hablando de Juan Pablo I, nos dice:

Tenemos que trabajar a extender la piedad hacia ese santo. Nuestra tierra ya se vuelve fértil gracias a él, y muchas almas vuelven al  fervor. Es por eso que quise ponernos un nombre nuevo: Resurrección’. Hay tantos signos de un nuevo reino en este principio de nuevo milenio: una nueva alianza, gracias a Fátima, por la Virgen María. ¡Es a Ella a quien Dios le encargó este nuevo mundo!

Hoy estamos, en el punto de encuentro de dos ejércitos: ¡el de la Virgen María contra el de Satanás! No hay duda en el término del combate: el ejército de María apoyado por tantos mártires de los cuales Dios acepta los sufrimientos, derramándolos en torrentes de gracias para la salvación del mundo.

Mañana, a partir de este 1º de enero del 2001, se cumplirán las profecías, por Jesús y María, para la Iglesia. Habrá muchas conversiones, obtenidas por la intercesión de Juan Pablo I, de Francisco y de Jacinta de Fátima. Es eso lo que mantiene firme nuestra esperanza: ¡El que crea, vivirá!decía Jesús. Yo agrego: ¡El que vivirá, verá! ¡El que verá, resucitará!’ ¡Esta resurrección será primero la de las almas!

Regocijémonos de servir a la Virgen María, de servir a un Papa mártir, de militar con sor Lucía ¡tan maltratada desde hace cuarenta años para que no hable! Estamos en un cruce, y la Virgen María será nuestra salvación.”


[1] Il est ressuscité, no 114, febrero de 2012, p. 7-20.

[2] Ibíd. p. 23-26.

[3] Lettre à la Phalange, no 63, del 27 de marzo de 1998.

[4] Lettre à la Phalange, no 64, del 23 de abril de 1998.

[5] CRC no 345, abril de 1998.

[6] Lettre à la Phalange, no 63, del 27 de marzo de 1998.

[7] CRC no 345, abril de 1998, p. 2.

[8] CRC no 351, noviembre-diciembre de 1998, p. 5.

[9] CRC no 347, junio de 1998, p. 35.

[10] Lettre à la Phalange no 64, del 23 de abril de 1998.

[11] Cf. supra, cap. 25, p.  416, 421-422. Esta decisión completa la luz recibida en 1996.

[12] Cf. CRC no 348, julio-agosto de 1998, p. 4-6.

[13] CRC no 350, octubre de 1998, p. 3.

[14] La Renaissance catholique no 176, marzo de 2010, p. 5.

[15] CRC no 356, mayo de 1999, p. 5.

[16] Lettre à la Phalange, no  31, del 8 de diciembre de 1990; citada en Il est ressuscité no  99, de noviembre de 2010.

[17] CRC no 366, marzo de 2000, p. 8.

[18] CRC no 279, enero de 1992, p. 6.

[19] CRC no 296, p. 17-18.

[20] CRC no 296, noviembre de 1993, p. 17-18.

[21] CRC no 354, marzo 1999, p. 36.

[22] CRC no 358, julio- agosto de 1999, p. 4.

[23] CRC no 363, enero de 2000, p. 33.

[24] ibíd.

[25] CRC no 366, abril de 2000, p. 1.

[26] Cf. Résurrection no 16, abril de 2002; Il est ressuscité no 41, diciembre de 2005.

[27] CRC no 372, noviembre  diciembre de 2000: “Fátima, la nueva alianza en María”.