Punto 45. Hacia una nueva cristiandad
El falangista considera que los tiempos están cerca en que fracasarán de manera definitiva las potencias del Anticristo y que caerá su Contra-Iglesia racionalista y revolucionaria. ¿En medio de qué catástrofes y a qué precio esos grandes derrumbes? Sólo Dios sabe. El discípulo de Cristo sabe por él que no debe turbarse por ello, esperando el advenimiento de una nueva Cristiandad, o más bien de una nueva época de la Cristiandad vuelta universal y victoriosa de todos sus enemigos.
1. Tras la toma de la Jerusalén judía (70) y la caída de la Roma pagana (476), se edificó lentamente una primera Cristiandad oriental y occidental que durará mil años, Cristiandad dicha “ medieval”, que fue el triunfo esplendoroso de la fe cristiana, del orden, de la civilización evangélicas sobre toda barbarie. Después de la defección del Oriente cismático y la caída de Constantinopla (1453), y luego el terrible desgarre de la Reforma protestante (1517), la Iglesia del Renacimiento y de la Contra Reforma mantuvieron y extendieron en el mundo entero la fe católica y la disciplina de la Iglesia, con fuerza contra los enemigos desencadenados de Cristo, con una seducción incomparable para las naciones paganas invenciblemente atraídas a su luz.
2. El Misterio de iniquidad de la Era moderna se despliega paradoxalmente, escandalosamente, en medio de la Cristiandad al mismo tiempo en que conoce su crecimiento más maravilloso. Es en su centro más fiel, el más dinámico, en el mundo latino, esta vez, que se elevan la herejía y la discordia, la revolución contra la fe católica y todo el orden humano.
La Iglesia está a la merced de sus hijos emancipados de su autoridad divina, y ellos mismos empeñados en una lucha fratricida. Aquí el optimismo naturalista y allá el pesimismo inhumano se apoderan del último espacio de la libre Cristiandad, se la pelean y la saquean. Los católicos se entregan a sus dos enemigos, a las dos potencias bárbaras, a las dos plagas de este tiempo, empeñados en una guerra mundial: el materialismo pragmático inspirado de Calvino al Oeste, y el materialismo dialectico inspirado de Lutero al Este ¡ambos subversivos, ambos enemigos de la Cristiandad y erigida contra Dios! ¡A qué explosiones tan formidables vamos a asistir!
3. La caída de estas ideologías y prácticas insensatas, catastróficas e inhumanas, vendrán, por su propia culpa, por su ausencia total de sabiduría, de bondad, de belleza. Entonces los millares de seres humanos que habitan la tierra, más allá de los mitos y de las costumbres del paganismo derrumbado, decepcionados de sus falsos dogmas del humanismo materialista ateo de Oriente y de Occidente, voltearán sus miradas hacia Cristo.