Punto 27. Contra el iluminismo protestante
1. El falangista, porque se sabe y se quiere discípulo de Cristo por la gracia del Espíritu Santo en la Iglesia, abomina el libre examen y su pretendida garantía divina, el iluminismo individual, que caracterizan a la religión pretendidamente reformada que se dice cristiana y que no es más que luterana o calvinista, o zwingleliana, eso siendo más que el reflejo del espíritu de sus fundadores. Nada puede entristecer más al Espíritu Santo sino semejante pretensión de cualquier individuo de recibir sus luces, mandamientos e inspiraciones fuera de toda sumisión a la Iglesia jerárquica y sin consideración de las tradiciones apostólicas ¡volviendo al Espíritu Santo un principio de división, de ruptura, desmoronamiento, organizador de variaciones y de contradicciones insuperables e indefinidas!
El libre examen no es una herejía particular sino el principio y la justificación embustera de todas las herejías posibles, porque le substituye a la enseñanza de la revelación divina por la Iglesia una fe individual que transfigura en intuición sobrenatural, en iluminación personal, y que en verdad rebaja al nivel más corriente de las opiniones y de las invenciones caprichosas de los hombres.
2. La idea que de ello resulta, de la invisibilidad de la Iglesia espiritual, Iglesia de puros, Iglesia de los únicos elegidos, es del mismo modo perversa. Es la contradicción y la ruina de la Iglesia visible, jerárquica, histórica, fundada por Jesucristo. Transfigura idealmente a la Iglesia en realidad sublime, totalmente santa y espiritual, libre y carismática, prodigio perpetuo, obra del único Espíritu Santo, pero en los hechos la rebaja al nivel de las asociaciones y colectividades puramente humanas, que no subsisten más que por el interés, las rivalidades de sectas, la violencia de un poder celoso y despótico, o simplemente la inercia sin alma de una costumbre social o de un funcionarismo religioso.
Cualquier protestantismo, pentecostismo, iluminismo, está absolutamente recusado por la Falange como siendo el “ pecado contra el Espíritu” del cual no se vuelve, porque es el mayor extravío de la fe. Y es por eso que la Falange se cuida de todo empuje “ carismático” en la Iglesia.
3. El falangista lucha contra el protestantismo y denuncia en él el principio corruptor de la religión cristiana, destructor de la Iglesia y de toda comunidad humana civilizada, que entrega a los cristianos a los Leviatanes modernos, a los imperios fundados sobre la soberbia del pensamiento, el poder del dinero, las pasiones de la carne.