Punto 70. Como subsisten las democracias

Carlos Maurras lo demostró perfectamente: “ La democracia es el mal, la democracia es la muerte”, en particular de nuestras naciones católicas. Sin embargo, éstas han podido subsistir durante mucho tiempo bajo este régimen, pero gracias a un sólido cúmulo de virtudes, de orden y de riquezas. Ahí donde no las habías, en los países Tercer-mundistas por ejemplo, la democracia tras la descolonización trajo muy pronto consigo la ruina de lo poco que existía.

En nuestros países ricos, al contrario, la democracia pudo instalarse y prosperar. La ruina y la anarquía tomando tiempo; hay etapas y enderezamientos. Hoy, ante la realidad de los hechos, el empobrecimiento general de nuestras sociedades, los planes de austeridad del presupuesto, la multiplicación de las bancarrotas, los fracasos de las políticas sociales, de la educación nacional, se puede uno tapar los ojos e incriminar la casualidad, la malaventura, cuando la única democracia es quien ha hecho todo el mal. El despertar no será sino más duro, la restauración más laboriosa.

En la espera, toda democracia dura por su mayoría centrista, unión del capitalismo liberal y del socialismo burocrático. El lazo de esta derecha conservadora y de esta izquierda moderada, es “el centro”, esta franja del electorado cuyo voto hace caer la balanza de vez en cuando del lado de un partido de vez en cuando del otro. Este poder real republicano, complemento decisivo de todas las mayorías, árbitro de la situación, es la masonería quien lo posee y lo acciona.

1. La derecha conservadora rige la sociedad en su provecho, a corto plazo, sin política exterior seguida, sin estabilidad financiera, sin doctrina social ni familiar, sin grandes designios espirituales, educativos o ecológicos. Comercializa todo, industrializa, no piensa más que en el crecimiento continuo de la producción nacional. Ganar dinero, placer y pocos hijos.

Recobra el poder cuando los cofres están vacíos, porque su gestión burguesa le autoriza a contractar nuevos préstamos y provoca el relance económico. Avanza en los escándalos y por el pillaje del ahorro. Dura levantando el espantapájaros de la maula o de la revolución y se justifica así de su profunda irreligión, de su inmoralismo y de su ausencia total de previsiones como de toda energía nacionalista.

2. La izquierda socialista sucediéndole, según la ley de balancín llamada de alternancia democrática, le opone a este materialismo mohíno un semblante de idealismo y de ardor militante. Se hace un programa de la Justicia y de la Libertad. ¡La Libertad en peligro! El anticlericalismo es un grito de adhesión que interviene cada vez que sus posiciones políticas están amenazadas.

La Justicia, invocada paralelamente, le autoriza a los gobiernos socialistas desarrollar el control de las actividades políticas, económicas, educativas y sociales, entonces a centralizar, estadistizar, cuadrillar todo por una administración pletórica, minuciosa, paralizante y parasita, cuyos militantes socialistas proveen todo el personal. La guerrita entre patronado y sindicatos esconde otra, la gran guerra que esos dos monstruos devorantes, en secreto de acuerdo, le hacen a lo que la extrema derecha legitimista sigue siendo la sola en defender: el patrimonio religioso y moral de la nación, la seguridad del país, su diplomacia, la paz social, la independencia de la magistratura, el orden, la vida rural, la vitalidad de las familias, el ahorro burgués y la protección de los débiles. En fin, el país real.