Punto 65. La invención de Satanás: II bis. La internacional
Satanás avanza con saltos contradictorios, mas el juego que lleva tiene una lógica tremenda. Después de haber empujado a los pueblos a sacudir el yugo de las naciones e imperios seculares, en nombre del derecho sagrado a la autonomía fuera de la cual no habría felicidad ni salvación para nadie, helo aquí que los convence de renunciar a su soberanía para entregarle su fortuna a gigantescas organizaciones mundiales y para fundirse en grandes conjuntos internacionales ¡fuera de los cuales se les persuade que no pueden sobrevivir!
1. El falangista denuncia en aquellas teorías sucesivas y contradictorias las etapas coherentes de la Revolución llevadas por potencias ocultas en vista de su dominación mundial. El principio fundamental de la masonería da la clave de ello: Solve et Coagula. Con los levantamientos de los pueblos contra sus instituciones seculares y contra los tratados internacionales, son las poderosas autoridades legítimas, las naciones cristianas y su concierto que están asestadas. Solve: disuelve los lazos fundados sobre la naturaleza y la gracia, que retienen fuera de tus garras a los pueblos que codicias. Luego, por los abandonos de soberanía sugeridos a esos pueblos nuevamente liberados del despotismo, en nombre de la solidaridad humana y de la organización mundial de la paz, toda la potencia, toda la riqueza, toda la realidad del mundo caerá bajo el poder de aquellos que preparaban de antemano esta sujeción. Coagula: de esta mugre de individuos y de pueblos, huérfanos de su Dios y de sus reyes, entonces te volverás el amo y harás con él una Torre consagrada a aquel por quien por fin reinas sobre el mundo: ¡Satanás!
2. El falangista, estando al tanto de esta incoherencia aparente pero de su lógica profunda, como de los fines buscados, luchará contra este plan diabólico en su raíz: el nacionalismo revolucionario y su complemento inconfesado, el internacionalismo masónico, del cual el mundialismo es el último avatar. Y por eso apoyará, defenderá con todas sus energías de católico, con el auxilio de la gracia y de la sabiduría tradicional de la Iglesia romana, el orden establecido, reflejo de un derecho divino, obra de una justicia y de una paz seculares, estado de hecho y de posesión tranquila de las naciones y de los imperios, tal que lo garantizan los tratados y los acuerdos internacionales que definen la paz.
A toda ideología disque religiosa, moral, jurídica o científica, el falangista opondrá el bien de la paz real, fruto de los derechos históricos, de servicios rendidos, de protección asegurada contra los peligros corridos por la comunidad de las naciones, paz de concertación bendita, arbitrada y garantizada por el Vicario de Cristo, rey de reyes y Señor de señores.