Georges de Nantes.
Doctor místico de la fe católica

11. LOS PRIMEROS DISCÍPULOS

EL Padre de Nantes, despedido de la diócesis de París, ¿acaso iba verse confiar una cátedra de teología en el seminario de Grenoble ? Su obispo lo deseaba, pero se armó una cábala contra él, por ser de Acción francesa. De nuevo en la calle, sin saber a qué santo acorrer, ¡pobre Padre ! los salmos de aflicción de su breviario tomaron un relieve singular, en ese verano de 1952, y fueron su único consuelo, como lo confiará más tarde 1.

Su enseñanza: El ciclo del Padre, el ciclo del Hijo, el ciclo del Espíritu Santo nos introducía en la única religión que haya enlazado entre el Cielo y la tierra los lazos de una Circumincesante y divina caridad, hasta en la política, que es obra real.

Es entonces que un cofrade lleno de generosidad lo recomendó al reverendo Padre Duprey, superior general de los oratorianos. Éste lo envió al Padre Tourde, superior del colegio San Martín en Pontoise, donde se encontraba ‘exiliado’como un parlamentario bajo Luis XIV, por desgracia, ¡no real sino republicana ! Ahí, le confiaron el curso de instrucción religiosa, tradicionalmente abucheada, por las clases de troisième 2 y de terminale, mejor dicho en el último lugar...

EN EL COLEGIO SAN MARTIN

Esta institución había sido fundada en 1929 por el mismo Padre Duprey, en el ámbito muy libre y aireado de un inmenso y magnífico parque, formado por varias áreas donde las diferentes clases estaban repartidas en ‘Casas : el Priorato, para las clases de sixième y cinquième, donde entraba yo en octubre de 1947 ; la Abadía, para los de quatrième y troisième, cuya torre permanecía el único vestigio de un monasterio del siglo once, la abadía San Martín. Los ‘grandes’, a partir de la seconde, estaban repartidos entre el Castillo, el Pomar y la Ermita.

Las clases de sixième y de cinquième servían entonces de laboratorios de experimentación para los ‘métodos activos’ : trabajo en equipos, encuestas ante los jefes de la estación de Pontoise, de San Ouen, de Conflans, búsquedas arqueológicas en las canteras de Cergy, era un paseo perpetuo, la vida soñada. Aquel año actuamos Antígona, la tragedia de Sófocles, en la fiesta del colegio, día de la Ascensión, en el atrio del Priorato. Y el año siguiente, en 1949, los Persas de Esquilo, en la terraza del Castillo.

A ese ritmo, los resultados de los exámenes amenazaban ser catastróficos. En quatrième, hubo que cambiar de método y ponerse a trabajar. Es entonces que me hice un amigo, en la persona de un nuevo, un tío serio, del Norte, de Valenciennes, un ‘grande’de troisième, que me ayudaba en mis versiones griegas. Gérard, su hermanito, de la misma edad que yo o casi, lo alcanzó poco después, y nos volvimos inseparables. Eso no hubiera durado, sobre todo que al pasar en seconde fuimos separados, Gérard en el Pomar, y yo en la Ermita. A esa edad, las amistades se hacen y se deshacen.

FINALMENTE LLEGÓ DE NANTES.

Del primer año del Padre de Nantes en el Colegio (1952-1953), no conservé más que una imagen muy punzante que domina los demás recuerdos : baja el pasillo de árboles que sube del refectorio a la Ermita, con una gran boina vasca, como una ‘tarta’, recitando su breviario. Levanta los ojos, me dirige una buena sonrisa, y continúa su oración.

Jefe de casa en el Pomar, capellán y profesor de filosofía, el Padre de Nantes reunía cada noche a todos sus alumnos en su despacho que le servía de habitación, para las oraciones. Durante el día, estaba constantemente con nosotros, no como un prefecto de disciplina, sino como un hermano mayor, un Padre.

En el último piso del Castillo, tenía por vecino de cuarto al Padre Marcel Rigal, vuelto su confesor y amigo. Cara de campesino auvernés, la dignidad atrayente y la bondad algo triste, con una rara erudición, enamorado del primer Oratoire, aquel de Bérulle, y de la Señora Acarie, prima del cardenal, quien introdujo el Carmelo en Francia (1604). Le gustaba contar su historia, con un acento áspero y lleno de apego : “ Había una vez una gran Dama que caminaba por encima de la tierra : tocaba el Cielo por sus éxtasis, tocaba la tierra por su bondad. Grandísima y creyéndose pequeña, lo que contribuía a su grandeza. Ahora se le llama beata María de la Encarnación. El pueblo cristiano va a rezar sobre su tumba, en el Carmelo de Pontoise ”, el más antiguo de Francia después del de París.

El Padre Rigal llevó ahí a su amigo, el Padre de Nantes, quien le habló a las religiosas de su Padre San Juan de la Cruz. Y la superiora le pidió que volviera. Porque “ ninguno de nuestros Padres nos habla así de San Juan de la Cruz ”.

Un día de septiembre de 1953, el Padre Tourde buscaba un ‘jefe de casa’para el Pomar, y un profesor de filosofía para las clases de terminale. A unos cuantos días del regreso a clases, esta vacancia era catastrófica. Rigal declaró que de Nantes podía asumir todo sin preparación. El Padre Tourde frunció las cejas que tenía espesas y enmarañadas : ¿acaso este Padre no había sido de Acción francesa ? ¿No lo era todavía ? Pero la necesidad carece de ley. Y aún más los insondables designios de nuestro Padre Celestial, nuestra misericordia...

Es menester escuchar a fray Gerardo contar como aquel año todo cambió en el Pomar, “ después de una mínima resistencia de los mayores, por el honor ”. El Padre de Nantes al cumular las dos funciones, de capellán y jefe de Casa, juntaba a todo su mundo en su despacho que le servía también de cuarto, cada noche, para la oración. Sacaba primero la lección del día terminado, anunciaba el programa del día siguiente. La primera vez, Cousin quiso sentarse y se dejó caer sobre la cama ; el impacto fue brutal : bajo la simple cobija, no había más que una plancha.

“Yo había querido muchísimo al padrecito de nuestra parroquia… pero con él, era diferente: un entusiasmo sereno, una dicha en rezar tanto como una aplicación en rezar bien. De él se podía decir lo que dom Sebastian Wyart decía del Padre de Foucauld: había hecho de su religión un amor. Y además… ¡lo amaba, y cuando uno ama, todo es maravilloso!”
(testimonio de fray Gerardo)

En su oración matutina, cuando aún todo duerme, “ el sacerdote y el Padre ama compararse al viñador que la lentitud y el peso del día verán podar su vid, con benevolencia ”, atestigua fray Gerardo. Una vez a la semana, celebraba la ‘Misa de la Casa’, absorto en un recogimiento impresionante, que transfundía en cada uno de esos pillos del Pomar. Después del Evangelio, hacía el sermón, siempre inesperado, lleno de emoción, con devoción tierna y con la inteligencia de las Escrituras. Un día, le pidió a Gerardo Cousin que lo acompañe a la casa de las hermanas Servitas de María para ayudarle a Misa. Se dedicaban a una clínica, vecina del colegio, del cual era el capellán. El monaguillo estaba en sus glorias, respirando el buen olor de ropa limpia, de cera y de incienso ; entraba en el recogimiento de una capilla de religiosas, caliente, llena de luces, velas y flores. Y se creyó depositario de un secreto de Estado cuando el Padre, saliendo de ahí, le confió que la superiora era “ una mujer extraordinaria ”.

Mientras tanto, nosotros, gente de la Ermita, estábamos bajo la autoridad más relajada de un padre de familia, cuya vida estaba compartida entre mujer e hijos claustrados en sus apartamentos, y nosotros casi abandonados a nosotros mismos. No obstante mi suerte aquel año fue entrar en terminale de filosofía. Y podría mimarles la primera clase, porque parece que fue ayer.

EL GUSTO DE LA VERDAD.

Primero, la oración : el Padre de rodillas en el borde de la estrada, de repente inmerso en un profundo recogimiento. Nosotros jamás habíamos visto eso. Después, veo en el pizarrón un esquema recapitulando toda la historia universal del pensamiento. A la derecha, la descendencia de los ‘inmutables’, con el nombre de Parménides encabezando la lista : el ser es, uno, inmovible, absoluto. A la izquierda, Heráclito : todo se mueve, nada permanece. Cada filósofo, a través de la historia depende de una u otra de esas intuiciones irreductibles. Y nosotros, filósofos en cierne, nuestro joven profesor de veintinueve años nos interpelaba : ¿Dónde vamos a situarnos ? ¿A la derecha o a la izquierda ? Un año no era de más para encontrar nuestro lugar : in medio, no como centristas en el parlamento, sino como hijos de la Iglesia, bajo la égida de sus Doctores, ‘en medio’.

“ En él me gustó, ¿por no sé qué gracia? ¿qué inclinación del corazón? ¿qué instinto divino? inmediatamente, apasionadamente, el saber y la manera de saber, tan bien que, llevado por ésta, ése se imprimió en mi espíritu, despertándolo a esa vida superior donde las palabras son verdades, y las verdades revelan su luminoso misterio, en la que avancé desde entonces con pasos de gigante, como en una recreación continua, llena de amor.

Así, de entrada, toda la sabiduría humana tomaba forma de sabiduría divina en nuestros espíritus : éramos ‘aristotélico-tomistas’. Orgullosa e inteligentemente pregonada, esta nueva convicción nos valió un pleno suceso en el bachillerato : cien por ciento, treinta y tres laureados sobre treinta tres candidatos. ¡Nunca antes visto ! El Padre Tourde le debía los ojos de la cara al Padre Rigal.

¡Y nosotros ni hablar ! Para toda la vida, habíamos contraído el gusto de la ‘verdad’ : esa simple palabra luminosa basta para sentir, escribiéndola, y para decir la impresión rica y confusa, sabrosa y difusa, de la intuición de la existencia de los seres. Estábamos invitados a ejercerla y a probarla incansablemente. La volví a encontrar en toda su frescura original, el día en que fuimos a San Martín en peregrinación con la Permanence de París 3, en los pasillos del parque, bordeados de árboles magníficos, mediadores privilegiados de esta intuición accesible a quien lo desee, al menos a todo espíritu no contaminado por el solipsismo cartesiano y el criticismo kantiano. Esa fue nuestra suerte, ser inmunizados contra esta enfermedad, y la impiedad que de ella corre bajo el nombre de ‘agnosticismo’, irremediable cuando es contraída a esa edad.

Había también otra ventaja : nuestros ‘problemas’de adolescentes se habían desvanecido, disipado como neblina en el gran sol del ser de las cosas en las cuales estábamos extasiados, estableciéndonos intrépidamente en adversarios de Descartes y de Kant, y en existencialistas. No a la manera de Jean-Paul Sartre, porque la experiencia de la estabilidad de las esencias y de las leyes que gobiernan sus relaciones mutuas, muestra bien que el mundo no es ‘absurdo’. Sino en discípulos de Santo Tomás.

Hablando de los existencialistas, el Padre decía : “ Mi amigo, Gabriel Marcel ”, y nosotros supimos que lo veía cuando iba a París, en su ‘vespa’, cada semana. Nuestro existencialismo cristiano se desposaba felizmente con el realismo intelectualista de Aristóteles, completándolo. Aprendíamos, en presencia de los mismos árboles del parque, a olvidar su magnificencia ‘accidental’, para sacar la ‘esencia’árbol. Difícil...

Leyendo Maritain, en el seminario, unos años más tarde, entendí nuestra suerte. Este autor, que nos presentaban como el gran restaurador del tomismo, declaraba que ‘la abstracción’es el ejercicio del común de los hombres, pero que ‘la intuición del ser’es más escasa, solamente accesible al pequeño número de los grandes espíritus, ‘sí mismo’Maritain, y algunos otros... Pretensión ridícula, que ruinó el neotomismo contemporáneo. Estábamos, nosotros, sin saberlo, a la escuela de un grandísimo filósofo, que asociaba con una facilidad increíble espíritus jóvenes a las intuiciones mayores de su genio, porque era primero una comunión al ser mismo de las cosas.

UNA VERDAD... RELACIONAL.

Aquel año volvimos a actuar a los Griegos ; o más bien, nuestro pedagogo actuó por nosotros, ante nosotros, los diálogos socráticos, mimando, explicando, interpelando Eutifrón, Critón, Gorgias en la persona de sus alumnos que actuaban requeté bien su papel : escuchaban boca abierta.

Me acuerdo de un compañero que apodábamos Paquidermo ; estaba rebelado contra su padre. Al verse en el caso de Eutifrón, esto lo conmovió, arrepentido, pidió perdón a su padre y le consagró un reconocimiento eterno a su profe de filosofía que había permitido esta reconciliación. Su fervor filial se volvió proverbial entre nosotros y dio ocasión a un incidente poco común durante nuestro retiro de fin de estudios, organizado por los oratorianos en la abadía real de Orval, en Bélgica. El Padre de Nantes nos había acompañado, pero el predicador era el Padre Liégé, dominico penetrado del espíritu revolucionario, que hará estragos en el ‘barrio Latino’ 4, unos años más tarde, en mayo del 68. El Padre Liégé había previsto una’tribuna’sobre...’el amor’. El’intercambio’previsto daba largas, porque casi no teníamos experiencia que’compartir’. De repente, Paqui levanta la mano : “ ¡Yo, tengo una experiencia fantástica del amor ! ” Todos los ojos se voltean hacia él ; los del Padre Liégé brillan de curiosidad : “ ¡Es el amor a mi padre ! ” Decepción del dominico, que acabará por tratarnos de burguesitos, señoritos, y rechazó venir a la comida convival que debía clausurar nuestra vida de colegiales.

Su filosofía de las relaciones aclaraba con una luz tal nuestros debates actuales que ve de inmediato la solución y la demuestra fácilmente. Para defender la obra colonial francesa en Argelia, atacada en nombre del derecho de los pueblos en disponer de ellos mismos, titula sus artículos en el Orden Francés: “ Una comunidad histórica que salvar.

Sin ninguna concesión a los errores ambientes de la post guerra, de la post liberación, el Padre de Nantes ya nos enseñaba una verdad ‘total’, con un entusiasmo comunicativo. La teología era la maestra, por el curso de instrucción religiosa que ya no pensábamos en bullir, como era la tradición en este colegio liberal. ‘El ciclo del Padre, el ciclo del Hijo, el ciclo del Espíritu Santo’nos introducían en la única religión que anudó entre el Cielo y la tierra los lazos de una circumincesante, divina y humana caridad : el Hijo de Dios haciéndose Hijo en este mundo, Hijo de María, en el pueblo de Nazaret, nos enseña a amar toda filiación en la tierra.

Los cursos de filosofía era la continuación : volviendo a las fuentes del ser, el Padre de Nantes ubicaba todo el saber humano según una doble visión de naturaleza y relaciones, definiendo el ser privilegiado que es la persona humana, – sabíamos que ese era el objeto de sus búsquedas que lo llamaban a París cada martes –, por sus relaciones de origen. La filiación aparece entonces como una definición, y toda la filosofía que prosigue queda ‘volteada hacia’, extravertida. El hijo queda volteado hacia sus padres como el Hijo único de Dios, el Verbo, queda volteado hacia su Padre, el discípulo hacia su maestro, la esposa hacia su marido, el jefe de Estado hacia el bien común, la colonia hacia la metrópoli, el jefe de la Iglesia hacia Cristo, en una ‘dependencia ascendente’, constituyente, edificando un cuerpo místico en el que los lazos de la naturaleza se unen a los lazos de la gracia, en el que toda la vida personal como la del cuerpo social está ordenada a la caridad. Visión plenaria, que sacia, equilibrada, de la cual nuestros espíritus jóvenes no medían la altura divina y la profundidad humana, la extensión ortodrómica y la anchura católica.

Visita a Reims con sus alumnos, delante de la catedral.
“ He aquí que mil y mil imágenes simplemente humanas se apresuran a las ventanas de mi memoria, de un sacerdote que dice Misa, que me recibe, que habla, que ríe, que se divierte o que se enoja, que me llevaba en cien paseo y visitas de iglesias, en mil conversaciones...

Pero de ello resultaba una moral situada en las antípodas de los derechos humanos, que nos enseñaba a considerar como nula y sin valor la pretendida ‘dignidad de la persona humana, libre, autónoma e independiente’ (p.h.l.a.i. en nuestros apuntes...), y nos inmunizaba contra todas las formas de racismo, socialismo y contra la soberbia democrática ilustrada por las actualidades que nos explicaba. Porque nos hablaba de política, y tal vez es lo que más nos apasionaba. La Indochina francesa vivía sus últimos momentos. Aprendimos también a venerar ‘al Mariscal’, padre de la Patria, contrayendo para toda la vida un odio visceral hacia toda oposición, anarquía, ‘resistencia’, revolución...

Por ello llegué, en mi cabecita, a representarme a Sócrates bajo los rastros de aquel que lo actuaba así en actor consumido : el filósofo griego debía haber sido un tipo de santo, pareciéndose a Jesucristo. Así leía y explicaba el Critón, o la Apología, como si defendiera su propio proceso. Llegó el día en el que la ficción se volvió realidad. Poco a poco se ligó contra ese ‘seductor’, ese ‘corruptor de la juventud’, todo el cuerpo docente de los profesores de la escuela, a la excepción del Padre Rigal y unos otros. ¡Había materia a ello !

En efecto, el profesor de historia, apodado el nabab, había enseñado durante veinte años la inocencia de Dreyfus. Eso dicho, un día hablamos de ello, en la mesa, a nuestro Sócrates que se interesaba a todo lo que hacíamos, tenía respuesta a todo, sabía todo. En el curso siguiente, el nabab creyó ver el cielo caerle sobre la cabeza : una mano levantada, ahí, ante él, durante la clase, muy respetuosamente, pero con insistencia, pedía permiso para hacer una pregunta. Pero el nabab no tuvo repuesta alguna, ninguna prueba que presentar de la pretendida culpabilidad de Esterhazy. En la cena de fin de año, en el Pomar, se notó la ausencia del nabab.

EXCLUÍDO DE NUEVO.

El Padre aguantó un año más (1954-1955), con la misma felicidad, la misma alacridad, el mismo suceso. Pero sólo fray Gerardo podría contarnos el adelanto sensacional del Pomar, pasando del último al primer lugar, encabezando todas las ‘Casas’del colegio, ganando todas las copas en las competencias deportivas : partidos de fútbol, atletismo... y todos los laureles en los exámenes.

“ Es así que fundó los ‘equipos mariales’, con un proyecto de peregrinación a Fátima : ‘Se llevan el Dodge de La Bédoyère 5 ¡y andando !’Finalmente, no fue Fátima sino una peregrinación a Lourdes, seguido de un campamento en los Pirineos consagrado al comentario de las Cartas de San Pablo. 6 ” ¡Inolvidable !

“ En cuanto a usted, fray Gerardo, en su increíble yente, ímpetu, entusiasmo, centro medio de nuestro equipo de fut (2° de rodillas a la izquierda), ya no era necesario conquistarle...

En junio de 1955, en la comida de fin de año, el Padre Tourde pronunció un elogio ditirámbico del Padre de Nantes. Pero los pensamientos de éste estaban en otro lado. Porque no era el Colegio quien había hecho una brecha en su corazón durante su estancia de tres años en Pontoise, sino el Carmelo, y había hecho su solicitud para entrar en el noviciado de Bernay-en-Champagne, en la Sarthe, después de haber seguido unos ejercicios espirituales en el precedente mes de febrero. En secreto, Cousin pensaba seguirlo, después de haber organizado la fiesta más hermosa en el Pomar, durante la cual los alumnos ofrecieron a su Padre y maestro su hermoso cáliz, imitación de aquel del Papa Gelasio, que se encuentra en el museo del Louvre.

“ Han compuesto por ustedes mismos, les dirá, las harmonías superiores según las cuales desde ahora me aparecerán, agrupados, unánimes, en un extraordinario silencio, alrededor de mi cáliz, que también es el suyo : como olivos nuevos, así los hijos de la Iglesia alrededor de la mesa del Señor7 ”

Eso dicho, mientras que hacía el elogio del Padre de Nantes, el mismo Padre Tourde le escribía al maestro de los novicios del Carmelo para ponerlo en guardia contra su postulante, advirtiéndole que ese sacerdote no exhortaba a los alumnos a la práctica religiosa más que para avasallarlos mejor a sus ideas políticas de Acción francesa : cual Sócrates, violaba las almas, ni más ni menos, ¡y apartaba las vocaciones del Oratorio !

Gracias al Padre Tourde, el Padre de Nantes no entró al Carmelo. ¡Viva el Padre Tourde ! Porque, ¿dónde estaríamos si aquel año las puertas del Carmelo se hubieran cerrado detrás de nuestro Padre ? 

16 de junio de 1955: Despedida al Pomar. Los alumnos le han ofrecido un cáliz y una patena a su jefe de casa, profesor de filosofía y Padre espiritual. Al revés de esta foto, el Padre de Nantes escribió estas palabras, extractas de un himno litúrgico a la alabanza de la Preciosa Sangre, por flujo de la cual son lavados los “tan amados jovencitos” de su sacerdocio, al mismo tiempo que “tierra, mares, astros y mundo”.
TERRA, PONTUS, ASTRA, MUNDUS, CARISSIMI FILIOLI MEI, QUO LAVANTUR FLUMINE...

‘EL AMIGO INCOMPARABLE’, PARA NOSOTROS, ¡ERA ÉL !

“ Durante el verano siguiente, cuenta fray Gerardo, de vacaciones con el Padre Vimal, me confió el cuidado de ir a buscar la ‘vespa’de éste en un edificio cerca del jardín de Luxemburgo en París, con misión de llevarla a Tournus et Brancion, donde estaban, o sea a 400 km. Fue ‘sí’con entusiasmo. Y no quedé decepcionado, porque vi al tío Louis 8 por primera vez. Lo escuchaba y empezaba a entender de donde le venían a nuestro Padre su sabiduría y su fuerza, su entusiasmo atrayente. 9 ”

Quisiera por mi lado, con alguna audacia que el lector condescendiente me perdonará, apropiarme lo que nuestro Padre escribió sobre el Padre Louis Vimal. Ya hemos citado algunos extractos, pero no sabría decir mejor lo que fue nuestro profesor de filosofía, en 1953, en el colegio San Martin de Pontoise, en el que el niño que era apercibió “ Alguien a quien iba apegarse misteriosamente, como la hiedra al único árbol, como el joven Tobías al Arcángel Rafael, como el discípulo a un maestro incomparable ”. 10

Porque el Padre de Nantes fue para mí ese ‘maestro incomparable’ :

“ ¿Es menester decirlo, tan cruel como sea ? No era como en los demás profesores, un saber fijado o un sistema definitivo, un compendio categórico que había que tragarse como una serie de píldoras polvorientas [¡los cursos de historia del Nabab !]. Con él, descubría mezclas de luces y sombras, en las que chocaba con densas tinieblas, sospechosas [el asunto Dreyfus, de Gaulle, la ceca 11...]. En todas las materias, las que enseñaba y las de los demás sobre las cuales echaba un ojo que hacía estragos, liberador, todo tomaba por él vida y relieve, y por consiguiente el más vivo interés. En todo, me hacía ver conflictos de ignorantes, complots de falsos maestros, persecuciones del gran número, tan a menudo tonto y malo contra los destajeros de la verdad. Así debía en pos de él abrirme un camino hacia la justa doctrina, pasando pantanos y malezas, o zarzas inextricables. Pero él había corrido esta pista difícil, antaño, porque lo veía tanto más grande que yo, ¡visto su saber ! y me anunciaba de ella sus señales como piedritas blancas que encontraría ahí, para no perderme.

“ Con ironía, se burlaba de mí sin piedad a cada jácara que enunciaba, hablando siempre demasiado rápido, creyendo saber, profiriendo enormes babosadas... mientras que él, nunca sin énfasis, me parecía saber la clave de todas las dificultades, la que no se encuentra en ningún lado, que no decían y sin la cual nuestros otros maestros ellos mismos erraban [...]. Veía bien, aunque siempre conservó una cara de molestado a cada una de mis visitas e ¡impaciente de acabarlas ! que me recibía con una viva satisfacción. No a causa de mi persona, mi nulidad debería decir, sino porque apenas había entrado, para prevenir sus anatemas, me apuraba en darle materia a enseñarme, a desenbobarme, a desidiotisarme. 12 ”

Lo que su ‘amigo incomparable’ había sido para él, el Padre de Nantes lo fue para nosotros, sus alumnos: “ En cualquier materia, las que nos enseñaba y la de los demás profesores sobre las cuales echaba un ojazo que hacía estragos y nos liberaba, todo tomaba gracias a él, vida y relieve, y por ende un vivísimo interés.” (Bruno Bonnet-Eymard, en la segunda fila)

Lo mismo pasó conmigo. El Padre de Nantes lo contó el mismo el primer intercambio que giró a mi confusión :

“ Volvía usted de unos días de ausencia. Nos veo todavía delante de la reja, esplendida, del Colegio. ‘Y qué, Bonnet-Eymard, ¿estudió su curso de filosofía ? Y usted, impertinente : ‘Sí, ¡pero decir que le entendí ! ¡O bien no quiere decir nada o entonces soy un tonto de primera !’Escogí de la dos soluciones la única compatible con mi honor, no obstante le expliqué que ese capítulo sobre la precepción era uno de los más difíciles de nuestro programa de psicología. Hemos continuado desde hace veintiséis años ese dialogo, pronto vuelto, diría uno, trílogo 13, siempre amical, ligeramente irónico, paternal y filial, para acabar con el triple haz de nuestras certitudes jerarquizadas : católico, realista, comunitario. Por Dios y la Patria. La c. r. c. había nacido, sin saberlo, en 1954. Era el año de Dien-Bien-Phu 14, el año del alejamiento de un cierto Mons. Montini a Milán, y pronto la fiesta de Todos Santos sangrienta que debía abrir la tragedia de nuestra Argelia francesa, de todo eso, ya hablábamos.  15 ”

Y “ esta tradición, esta entrega discreta de los antiguos tesoros ” a espíritus nuevos, ¡era en Pontoise, como ya en el seminario de Issy-les-Moulineaux en 1944-1945, “ un jaque a la revolución ” !

FILIACIÓN ESPIRITUAL.

Pero hay más. Entre él y sus discípulos, se renovaba el lazo de paternidad-filiación establecido diez años atrás con el Padre Vimal.

“ Lo importante era que no me imagine un buen día capaz de discernir lo verdadero y lo bueno por mí mismo. ¿Cómo hubiera tenido tan sólo la idea de ello, cuando no dejaba de recibir de alguien más, de él, todo lo que constituía mi tesoro ? Tenía en mi papá un maestro que pensar, y lo había dejado antes de haber alcanzado y ni siquiera apercibido los límites de sus conocimientos. Y, tomando el relevo, este amigo incomparable no dejaba de contestarle a todas mis preguntas, previniéndolas aun con sus advertencias... Me cargaba los brazos con libros, ¡los mejores ! y sus subrayares con lápiz rojo y azul –hechos con la regla con esa claridad que le ponía a todas las cosas– me eran un socorro agregado a los consejos dados primero... Año tras año, no encontré en nada los límites de su saber, mientras que me hacía comprobar fuertemente los míos, para burlarse un poco de mí, avivar el sentimiento de mi ignorancia y atizar mi curiosidad. ”

Guiado por ese ‘Consejo secreto’, “ había, gracias a tantos ejercicios prácticos, adquirido un cierto control del sistema de pensar para el cual tenía la vocación de servir a la Iglesia. Era un método riguroso, que no soportaba el menor más o menos, aplicado al dato positivo más alto, más vivo, el único adorable, inmenso, vertiginoso : la gesta divina a la obra en la historia de los hombres, la revelación del Misterio de Dios en todas sus fidelidades y sus misericordias. 16 ”

Como lo he dicho, la filosofía relacional del Padre de Nantes, que es un regreso a los seres individuales por la consideración de su ‘vocación’, determinada por sus relaciones mutuas, está repleta de consecuencias, prácticas, personales. Es ahí que se volvió para mí un padre, como para fray Gerardo. Nuestro ‘problema’, en terminale, era : ¿qué haré el próximo año ? Un día, decidí hablar con él.

“ Evocaré, contará él mismo, esa conversación en el pasillo del naranjal, de donde nos llegaba un chis chas de esgrima, ese famoso día, mi fray Bruno, en el que me confió su ambición de ser diplomático. ¡Vaya ! qué hermoso, ¡me exclamé ! Y después le hice la descripción, siniestra a voluntad, de la jornada de un agregado de embajada en Djakarta o en Pekín y, enfrente, le conté mi hermoso hoy 17, la Misa matutina para las comunidades de las hermanas Servitas de María de las cuales era el capellán, las clases de filosofía a alumnos tan interesantes, la visita de los enfermos de la clínica del doctor Breton, una vueltecita a caballo en el campo de equitación de Cergy, mis trabajos de teología y, para terminar, esta dirección espiritual de un gran papanatas que se deja engañar por las ilusiones de un mundo decadente. ¿Se dirá que abusé de su joven edad ? Pero no lo hubiera conquistado si el Maestro interior no había hecho ya la brecha y penetrado muy adentro hasta su corazón. 18 ”

EL SACERDOTE, ESE OTRO CRISTO.

Sí, el Maestro interior había hecho la brecha, por el relevo de su fiel servidor y perfecto amigo. Si la gracia del encuentro de nuestro Padre con el Padre Vimal fue la de la “ extrema belleza, verdad y fecundidad de una amistad sacerdotal ”, para mí, para nosotros, nuestra gracia fue participar, como discípulos e hijos, al ministerio de este sacerdote, este otro Cristo, por consiguiente a su vocación y a su servicio de la Iglesia.

“ ¡Voy a decir una locura ! ¡un pensamiento inverosímil ! que sin embargo podría formular en una sentencia muy conocida, demasiado conocida, perfectamente admitida al tal grado de volverse por ello insignificante : Sacerdos, alter Christus, ¡el sacerdote es otro Cristo ! [...] Dios es verdaderamente inaccesible, Cristo se ha vuelto absolutamente invisible, y la Virgen María no se deja tocar la rodilla por casi nadie, de todos modos no por mí. Entonces, ¿qué sensación, qué sentimiento, qué emoción jamás podrán darme la certitud que amo a Dios, y que soy amado por Él sólo, verdaderamente, realmente, como nadie más sabría amarme ? Sorprendente experiencia íntima. En ese desierto, en esa soledad, he aquí que mil y mil imágenes todas humanas se apretujan a las ventanas de mi memoria, de un sacerdote que dice Misa, que me recibe, que habla, que ríe, que se divierte o se enoja, que me lleva en cien paseos y visitas de iglesias, en mil conversaciones... y todo eso es, ¿cómo decirlo ? portador de la certitud innegable que nada hubiera nacido de ello, nada de ello hubiera marcado mi espíritu, nada de ello hubiera permanecido como un tesoro de gracia, si Jesucristo no hubiera sido, no fuera todavía, y no sería por la eternidad su principio vivo, lo esencial inalterable, su objeto absolutamente divino : es Él en fin, la Verdad de todo el ser, el movimiento, la vida, la bondad, la sabiduría, la alegría, la alacridad de mi incomparable amigo, aún si siempre me lo quiso esconder, fingiendo por una justa y necesaria pudor. Y esta Verdad que es Jesucristo, ‘expandido y comunicado’, como dice Bossuet de la Iglesia, es que Él me ha amado, nutrido, cargado, acabado por mil y mil gracias en este amigo, en este sacerdote, y que lo he amado a Él en él, ¡ah ! nunca me atrevería a escribirlo de alguien más, con un amor seguro y siempre vencedor.

“ Eso dicho semejante confesión es propiamente ridícula. Porque es cierta. 19 ”


(1) CRC n° 110, octubre de 1976, p. 4.

(2) Correspondencia de los años escolares franceses con el sistema mexicano: Sixième = Sexto de primaria; Cinquième = 1º de secundaria; Quatrième = 2º de secundaria; Troisième = 3º de secundaria; Seconde = 1º de prepa; Première = 2º de prepa; Terminale = 3º de prepa.

(3) Reuniones para los jóvenes de la CRC de París que organizan los hermanitos del Sagrado Corazón cada jueves con el fin de instruirlos y crear lazos de amistades. Es de tradición que cada fin de año hagan una peregrinación en algún sitio evocador. Relato de una hermosa jornada en la CRC n° 302, mayo de 1994, p. 27-30.

(4) Barrio estudiante de París.

(5) La Bedoyère, apellido de uno de los jóvenes del colegio de Pontoise.

(6) Testimonio de fray Gerard: Una mirada filial, CRC n° 274, junio de 1991, p. 23-26.

(7) Discurso de fin de año, 16 junio de 1955.

(8) No se trata de un tío sino del Padre Vimal, así llamado por los íntimos.

(9) Testimonio de fray Gerardo: Una mirada filial, CRC n° 274, junio de 1991, p. 24.

(10) Mémoires et Réçits, t. II, p. 364.

(11) Comunidad europea de carbón y del acero.

(12) Ibíd. p. 367-368.

(13) ‘El otro’ es el presidente francés Giscard d’Estaings quien en público utilizó la palabra trílogo pensando que el prefijo dia significaba dos, cuando dialogo es una conversación dos o varias personas.

(14) Fuerte del ejército francés en el Vietnam del Norte, que cayó el 7 de mayo de 1945 en manos del Viet-minh, es decir de los Vietnamitas comunistas. Los socialistas franceses, ocupando el Poder en París, aprovecharon esta aparente derrota francesa, para otorgar la independencia del Vietnam, lo que marcó un retroceso de la civilización cristiana en favor del comunismo.

(15) Homilía para la fiesta de la Transfiguración, 6 de agosto de 1980. Profesión perpetua de nuestros hermanos Bruno de Jésus et Gérard de la Vierge. CRC n° 157, septiembre de 1980, p. 13-15.

(16) Mémoires et Réçits, t. II, p. 372-374.

(17) Alusión a la larga carta que Charles Maurras les escribió al Presidente Vincent Auriol, en la que el autor demuestra magistralmente que la restauración de la Monarquía es el único camino para la salvación de Francia. “ Votre Bel aujourd’hui ”, “ Su hermoso hoy ”.

(18) CRC n° 157, p. 13.

(19) Mémoires y Réçits, t. II, p. 383-384.