Georges de Nantes.
Doctor místico de la fe católica.
3. JOVEN DE FRANCIA
EL joven Georges de Nantes no vio la guerra puesto que estaba internado en el Puy. Sin embargo, en junio de 1940, sus padres habiendo insistido para que su hermano y él no dejaran el internado, transformado en hospital militar, a fin de no afianzar la debandada nacional, es ahí donde vio los flujos de refugiados, “esa muchedumbre bullente del cadáver de una Francia en descomposición.”
Con su hermano, prestó asistencia para canalizarlos, orientarlos hacia los centros de albergue, y auxilió a los Hermanos para servir miles de almuerzos. “Es en ese sótano en el que habían instalado un radio que oí la voz del mariscal Pétain anunciando que había emprendido tratos con el enemigo, “ entre soldados y con honor”, para cesar el combate y firmar un armisticio. Me rompí en sollozos y creí soltar los platos que llevaba, mientras que esa pobre gente muerta de cansancio, familias dispersadas, habiendo perdido todo, aplaudían, ¡sí! palmoteaban sin interrupción, a esta voz entrecortada, rota de emoción, a este jefe repentinamente venerado que entendía la miseria universal y les anunciaba el fin de la pesadilla.1”
El flujo de refugiados se agotó de un golpe. Los alumnos volvieron y presentaron sus exámenes. Con suceso para Georges de Nantes.
Para el regreso a clases de octubre de 1940, ¡sorpresa! los Hermanos habían vuelto a tomar su hábito religioso: “Crecidos a nuestros ojos, hacían así parecer y radiar a todo momento, en todo lugar, su vocación, su alma profunda. Desde entonces, por igual que fuera todo, todo era diferente.”
Patriotismo, religión, espíritu de familia, esos verdaderos bienes estaban restaurados, gracias al Mariscal y a la Revolución nacional. Es por eso que nuestro joven alumno de matemáticas elementales tomó la iniciativa, en acuerdo con los Hermanos y sus compañeros, de solicitar del mariscal Pétain el padrinaje de su promoción. Lo que fue aceptado: “Recibimos del Hotel del Parc en Vichy2 la autorización solicitada, acompañada de una foto dedicada.3”
HEROICO ANCIANO ENTREGADO A NUESTRA SALVACION.
Toda Francia se derretía entonces en reconocimiento y amor por el jefe del Estado francés, como sus viajes a través el país lo hacían ver claramente. El 2 de marzo de 1941, vino en visita oficial al Puy:
“Aquel día, todo el Velay estaba en la ciudad, todo El Puy estaba en la calle, pueblo grave en la espera del evento. A la novena campanada de las 9, las aclamaciones se elevaban del lado de la estación: ¡Viva Pétain! ¡Viva Pétain! ganando por una rodadura continua, el Breuil, y la plaza de la Prefectura negra de mundo, mientras que, llevadas, amplificadas por bocinas, continuaban de llegarnos cánticos e himnos patrióticos cantados por el seminario mayor desde lo alto de la peña Corneille que domina El Puy y lleva la estatua de la Virgen. Discurso del Mariscal, cortado por aplausos fervientes. Larga espera afuera, mientras que se entrevista con las personalidades del Puy.
“Y, ¡helo aquí! Está a tres metros de nosotros que contenemos con gran pena la muchedumbre que nos empuja. Se sube al coche. Lo veo detrás del vidrio, de repente cansadísimo, la cara con una palidez de mármol. Lloro, ¿qué más hacer? ¡Heroico anciano entregado a nuestra salvación! Va. Toda la muchedumbre se precipita rompiendo las frágiles barreras, todo un pueblo escala las calles, los callejones, invade la catedral donde el jefe del Estado asiste a la misa mayor. Francia, la Francia católica milenaria está ahí, a los pies de Nuestra Señora del Puy, y todas las voces episcopales, universitarias, prefectorales, todos los escritores y todos los periodistas lo proclaman con el Cardinal Gerlier, porque es la evidencia y que eso es bueno: Francia es Pétain, y Pétain es Francia. Con el Mariscal, la patria renacerá. ¡Mariscal, Mariscal, aquí nos tiene!
“El día siguiente, horario habitual. Misa matutina, trigonometría, gimnástica... No cabe duda, aquel día nos pusimos a trabajar con más ganas.4”
En el mes de junio, pasó el bac y su padre le impuso, antes de entrar al seminario, dos años de espera, uno consagrado en estudios de filosofía en facultad, el otro en los Chantiers de Jeunesse5. Exultaba.
LYON: 1941-1942.
En Lyon, se quedaba en casa del tío Edmond de Nantes, y seguía los cursos de filosofía en la Facultad católica. De aquel año, difícil aún en la zona libre en el que el abastecimiento estaba racionado, -perdió siete kilos durante el invierno-, conservó más que “un insuperable sentimiento de mediocridad”, la suya, dirá, pero también la de su pueblo. “Nuestros cursos de filosofía nos establecían fuera del tiempo. Estaban exentos de alusiones a los eventos mundiales [...]. El medio universitario católico estaba impregnado de ralliement, de república y de democracia. La Revolución nacional no parecía deber entrar en su filosofía de ninguna manera.6”
Desempeño del lado político y experiencias ‘místicas’ del lado religioso. Un día, Georges de Nantes descubrió “otro universo”, ya entrevisto con la ‘Cordée’, carismática con anticipación, del Puy: el de los Compañeros de San Francisco, de los cuales admiró la intensa caridad fraterna mezclada con un tremendo espíritu de subversión. Era el sueño de una amistad despojada de todo lo que constituye una parte real de destino, pero lleno de ilusiones, de todas las pasiones y deseos sublimados por la Acción católica:
“Partíamos la rosca de Reyes en casa de uno de ellos en las bajadas de Fourvière. Llegando todos se saludan con alegría de beso. Ahí es donde oí esos maravillosos cantos de Joseph Folliet, su fundador, tal el incomparable:
Ô frère, gentil frère, quand mourut-il... d’amour, ... quand mourut-il ?
Oh hermano, lindo hermano, ¿cuándo murió... de amor, ...cuándo murió?
“Una tocaba el piano, otros hablaban del próximo ‘pèlé’ (peregrinaje), otros se conocían por primera vez, atendían a los niños. Guardo la impresión viva de esta amistad sencilla, sincera, expansiva y conquistadora. Les parecía a todos, ¡lo vi bien! que con un amor semejante en el corazón ya no había problemas de parejas, de clases sociales, de razas, de política internacional. El pacifismo y la no-violencia resultaban naturalmente de su espíritu franciscano. Su alegría generosa y amplia imprimía en mí, su secreto enemigo [sin saberlo él], una marca profunda. ¡Claro! ¡Me encontraba en el ardiente brasero de la democracia-cristiana renaciente y estos compañeros encantadores eran de esos horribles sillonistas y rojos-cristianos que fustigaba antaño la Acción francesa! Pero, con esos pensamientos congelados en el fondo de mi razón, admiraba y quería compartir la alegría de mis nuevos compañeros, su abnegación mutua, su sentimiento de una paz posible, universal.7”
Esta inmersión en la izquierda salida de la Acción católica amenazaba de atraerlo a lo más lejos de la herencia familiar y de su vocación, cuando “la gracia me contornó y me tomó de afuera para salvarme. Ex opere operato. Eso quiere decir: por el simple hecho que recibía ese Sacramento [de la Eucaristía] cada día. Esta serie de disposiciones divinas, mis actitudes torpes, las observaciones discretas del tío, los temores de mis padres, la ironía ligera del Padre Tarcisius [su director espiritual] sobre mis más queridas ilusiones, para terminar con esa carta de papá aconsejándome, para el año siguiente, de adelantar el llamado y hacer los nueve meses de Chantiers de jeunesse que reemplazaban entonces el servicio militar, ¡era la obra de Dios! Antes que el mal estuviese muy avanzado, por su incomprensible e inconmensurable misericordia, había dispuesto todas las cosas para mi bien. Ex opere operato.
“A penas leí la carta paterna que, con toda mi alma, estuve seguro que ahí estaba la orientación que había que seguir y, lleno de alegría como por una inspiración del Espíritu Santo, me exclamé: “¡Oh sí! es eso lo que tengo que decidir hoy mismo. ¡Y viva papá!”
“Esta docilidad procedía de mi desapego profundo de todo, de mi apego a mi única vocación, a Jesús sólo. Era, ex opere operato, el fruto natural, normal, inconsciente pero salvador, dando dando, de la Misa de cada día.8”
Lección para la vida. Helo aquí pues salvado de lo peor y de la Mediocridad, que reina en Lyon en 1942, en contraste con el hermoso ideal que los Chantiers inculcaban en el mismo momento a la juventud de Francia.
Georges de Nantes era de la generación del 44 y estamos en 1942. Era pues necesario adelantar el llamado. Hizo su demanda, tuvo una entrevista con el jefe Ballot del servicio de reclutamiento, que lo entendió perfectamente. Este hombre, “con un patriotismo iluminado, con un catolicismo ferviente”, conversó con su “joven visitante” de esta Francia enferma de laicismo que, mucho más que los países lejanos, “necesitaba apóstoles con el alma de fuego”. Georges de Nantes escuchó con una “atención apasionada”: “Así, la autoridad del gobierno que tenía delante de mí quería hacer de la Francia nueva una tierra de Cristiandad. Era exaltante.9”.
Nuestro Padre aceptó plenamente esta misión y, quince años más tarde, cuando redactó nuestra Regla, hizo de ella la especificidad de nuestra orden misionera:
“ Se fundarán ermitas primero en los países de Cristiandad y después en los países infieles, principalmente aquellos de los cuales Francia tomó la carga civilizadora, y siempre de tal manera que los unos sostengan a los otros.” (Art 115)
CHANTIERS DE JEUNESSE: 1942-1943.
El jefe de la Juventud francesa lo incorporó, ¡prometiéndole que sudaría por ello la gota gorda! ¡Seguramente, sudó la gota gorda! pero probó intensamente la atmosfera “pura, sencilla, leal, con sentimiento patriótico fuerte, sin pathos” que reinaba en los Chantiers. “Es ahí que empecé a aprender a trabajar duro, a cuidar y siempre limpiar mis herramientas. A volverme un hombre. La disciplina era amplia, el saludo a la bandera daba su sentido a nuestra vida de Jóvenes de Francia, y el uniforme ‘verde forestal’ contribuía a la fraternización de las clases sociales donde el elemento campesino, sencillo, vigoroso, dominaba todavía.10” ‘Un trabajo sin trampitas’, es así que intitulará los capítulos de Memorias y relatos consagrados a los catorce meses de Chantiers de jeunesse. Lo ideal de una vida ruda, disciplinada pero honesta y verdadera, protegida y defendida por autoridades con cara humana, legítimas y respetadas, con una lealtad sin falta al Mariscal, lo vivió, y lo vio vivir, apartado del mundo, encarnado por jóvenes de toda condición trabajando al bien común. Era el orden reencontrado, que sentía muy amenazado de un lado por los intelectuales, -tales los de la Escuela de los cuadros entrevistos en Uriage durante una pasantía de arte teatral, “paracitos del Estado nuevo”, preparando ya su regreso al régimen de los partidos-, amenazado por otro lado por los maquisards11, vistos de cerca en el Vercors, “bola de cobardes y criminales sin fe ni ley”.
Maquisards:
Casi sin sacramentos, por primera vez en su vida, pero con su decenario scout en el pulgar y la contemplación de la naturaleza en los montes del Vercors, sintió la presencia amante del Verbo Creador:
“Al cristiano la naturaleza habla. Es Palabra de Dios también esta lluvia; cada gota os apunta, fina, y cae en el cuello [...]. Es impresionante como estás solo en tu rincón, en tu claustro de lluvia, usando tu hacha que se derrapa sobre el tronco que talas, y que todo resbala, todo moja, todo gotea. Pero esta lluvia te murmura, pobre alma, su mensaje de compunción: Carga tu cruz cada día, hijo mío; es así que eres mi discípulo, y yo te haré partícipe de mi reino. La madera lo dice al hacha, y el riachuelo lo canta a la roca.
“Llegado octubre, la helada matutina reemplazó la lluvia [...]. Cuando trabajaba, los dedos entumecidos, transido, los pies dolorosos, sufriendo de este frío enemigo aunque chorreaba de esplendor, entonces era un evangelio de pura gloria y de pena que lastima. El mismo Papá-Dios daba con una mano y tomaba con la otra, la alegría por la pena, el frío picando en una belleza inmóvil, ¡oh mano divina que hiere y consuela! Para mí, la substancia de los seres de la naturaleza jamás me había hablado tan claramente, tan diversamente y tan copiosamente el lenguaje de Dios, del Yo-Soy de la antigua Biblia al cual en mí Jesús respondía.12”
En medio de los Chantiers, encontraba todos sus amores: “En ese verano de guerra mundial, el tercero, todo se unía dichosamente en nosotros, al menos en mí, mi piedad a la Virgen, a Cristo, y mi vocación de monje-misionero, esa presencia tutelar sobre nosotros del Mariscal Pétain, del General de la Porte du Theil, nuestro Comisario general y fundador de los Chantiers, que nos aseguraba nuestro pan cotidiano, aun florecido, ¡ya era hermoso! y la paz, la libertad en una Europa en guerra o en esclavitud... Y a esos grandes bienes se aliaba el tercero, esta ‘formidable’ familiaridad entre compañeros que me emergía en aquel pueblo de entonces, que la derrota había apiolado pero liberado, exorcizado de sus demonios anticlericales y revolucionarios...13”
Aprendió a llevar hombres. Designado para una estadía de jefes de equipo, amó su organización: en la mañana, clases sobre la historia de Francia, la vida del Mariscal y del General, los Chantiers, moral; en la tarde, trabajos físicos y prácticos. Saludo a la bandera, mañana y tarde. “La bandera flota en cielo [...]. Es en lo grandioso de la naturaleza, en virtud del ceremonial y de nuestra disciplina querida y orgullosa, el inolvidable culto de Francia, esa alma femenina, esa dulzura, ese orden, y el saludo a su Jefe, ¡sin los cuales nuestras pobres vidas humanas estarían perdidísimas! Me llenaba los sentidos y el corazón de esos aromas poderosos de Francia, jamás quería olvidarlos.14”
Es en el campo de Bois-Barbu, donde era jefe de taller, donde supo, el 8 de noviembre de 1942, el desembarque de los Aliados en Norte África, para la inmensa alegría de todos, y después la invasión por los Alemanes de la zona libre. Las consignas del Mariscal trasmitidas por sólo dos intermediarios, eran precisas: prudencia y disciplina absoluta. La liberación del Imperio y después de la metrópoli empezaba.
Durante la Nochebuena de 1942, lloró de emoción con muchos compañeros suyos al oír el mensaje del Mariscal: “ En esta noche en que los hombres más rudos hallan de nuevo un corazón de niño para creer y para amar...15” En enero de 1943, fue designado para una obra forestal en Valchevrière, en la corta de árboles resinosos. ¡Trabajo llevado en la alegría! “Francia se daba una juventud al aire libre, fuerte y sana, valiente en el trabajo y de franca familiaridad entre compañeros.16” ¡Valchervrière no era el ‘presidio’ de Petouze! “¡Cuán bella la vida de los Chantiers”, que recibían jóvenes frecuentemente inmaduros y hacían hombres con ellos!
Durante el verano siguiente, quiso empeñarse en “una misión, cierto peligrosa, pero de suma importancia moral y patriótica”: el encuadramiento de los jóvenes del agrupamiento designados para el sto17, el servicio de trabajo obligatorio en Alemania. Pero, al mismo tiempo, le llegó una carta de su padre recordándole que al expirar el plazo de dos años para entrar al seminario, estaba desde entonces libre para responder a su vocación si estaba aún de pie. En ese caso, le era menester dar su demisión de los Chantiers y aclarar su situación administrativa para el regreso a clases en octubre. En París, puesto que, en razón de la guerra, el noviciado de los hermanos del Padre de Foucauld y el seminario francés de Roma estaban inaccesibles.
“Era la escritura de Papá, pero era bien la voz de mi Padre de los Cielos. No se necesitaba siquiera discurrirlo.18”
Demisión dada y aceptada. Los últimos meses pasaron rápido. En agosto, una gran fiesta reunió dos mil jóvenes del Vercors para concursos de atletismo, juegos escénicos y desfile con entrega de decoraciones, el conjunto cerrado por una inmensa fogata de la cual Georges de Nantes fue el animador. Jornada esplendida: “Era sin embargo, para los Chantiers mismos, el canto del ciño. Su última fiesta, su gloria bruscamente engullida en esta negra tormenta de 1944 que iba llevarse todo, dispersar todo, perder todo [...]. Hice entonces la ofrenda de ese hermoso país, de ese campo, de esos hombres a Cristo para ya nunca olvidarlos, dejándolos sin regreso.19”
Se arrancaba al servicio de la patria en una hora trágica, para el único servicio de Dios del cual se hacía la idea más excelsa20.
(1) CRC no 6 (suppl.), marzo de 1968, p. 17.
(2) Hotel del Parc fue donde el Mariscal Pétain instaló su gobierno.
(3) Ibid., p. 219-220.
(4) Ibid., p. 221.
(5) Chantiers de Jeunesse: se traduciría por Obras de la Juventud. Fueron fundadas por el Mariscal con la meta de reeducar la juventud. Reemplazaba el servicio militar.
(6) Ibid., p. 288.
(7) Ibid., p. 268-269.
(8) Ibid., p. 278-279.
(9) Ibid., p. 283-284.
(10) Ibid., p. 361.
(11) Rebeldes al gobierno legítimo del Mariscal Pétain, echados al monte en la Resistencia. Actualmente sus ‘proezas’ legendarias son revisadas.
(12) Ibid., p. 386-388.
(13) Ibid., p. 368.
(14) Ibid., p. 369.
(15) Ibid., p. 395.
(16) Ibid., p. 405.
(17) STO: Servicio del Trabajo Obligatorio impuesto por la Alemania Nazi a los jóvenes de Francia.
(18) Ibid., p. 414.
(19) Ibid., p. 414-415.
(20) CRC no 6 (suppl.), marzo de 1968, p. 17.