Punto 23. La alegría en la cruz

El falangista conoce al Padre en el Hijo y saca su alegría en la gloria que parece sobre la Faz de Jesús crucificado, resucitado, que subió a los Cielos de donde vendrá a buscar a los suyos y llevarlos a su beatitud eterna.

1. La inspiración mayor de la Falange se lee en la Faz de Cristo, escucha las lecciones de su Sagrado Corazón y las encuentra ilustradas en la Virgen María con su Corazón Inmaculado, en el discípulo amado del Señor, en Santa María Magdalena, penitente y mística, y en muchos otros santos.

Alimentos de piedad personal del falangista, esas devociones le dan a la Falange su espiritualidad que es la misma que la del Padre de Foucauld: la cruz en esta vida para la gloria del cielo, la vida heroica y mística abierta a todos,... en la lucha de Contra Reforma y de la Contra Revolución, pero así mismo en el renacimiento por venir de la Iglesia y la restauración de la Cristiandad, el día del triunfo mundial de Cristo Rey.

2. El falangista venerará pues indisociablemente el Corazón y la Cruz de Jesús, es decir el sufrimiento y la muerte por amor, la belleza en el dolor, la alegría en la pena, el honor en el servicio, la gloria en la humillación, la suma bienaventuranza en la persecución y el martirio.

El falangista, cuyo estandarte está marcado con el Corazón y la Cruz, se acordará sin cesar que el sacrificio soberbio, querido sin amor, es estéril; que el amor egoísta, sin sacrificio consentido, es embustero. Aprenderá la mortificación de la carne y la renuncia del espíritu, sin por la tanto perder la paz del alma, el sentimiento exaltante de la vida y de la gloria eternas empezadas ya de anticipo.

3. El Santo Sacrificio de la misa será cada día para él, ya sea que partícipe de hecho o por intención, el memorial del misterio de Jesús, la renovación de su pasión y de su muerte que Él mismo obra en su Iglesia para constantemente recordar su lección y comunicar su gracia y su fuerza a todos sus hermanos.