Punto 73. Las naciones son mortales

1. Nuestra Señora nos lo advirtió también en Fátima, el 13 de julio de 1917 : « varias naciones desaparecerán.” Es a lo que estamos asistiendo, en un movimiento acelerándose cada vez más, a medida que nuestras naciones olvidan que nacieron de un profundo y poderoso sentimiento religioso, y que quiebran con los principios cristianos que las constituyen.

Bajo el efecto de las guerras de conquista del comunismo, de la constitución de los grandes conjuntos inter-estatales, o de la lucha armada contra la dictadura, naciones enteras desaparecen si no es del mapa, al menos pierden toda vitalidad para fundirse en conjuntos más vastos, preludios a la mundialización.

2. No obstante, el sentimiento nacional permanece fuertísimamente anclado en los pueblos. Al grado que, muy a menudo, los revolucionarios debieron, en un primer tiempo, ampararse de él para alcanzar sus objetivos! Pero hoy decepcionados, los pueblos son sensibles al recuerdo de su pasado más pasible y dichoso, que subsiste a pesar de una incesante propaganda calumniosa. Podría dar a luz a una reacción.

Sin embargo, los ideales de la revolución están tan difundidos y considerados universalmente como el Bien, la Verdad, que hoy toda reacción nacionalista sería su prisionera y entonces prometida al fracaso. En efecto ¿cómo salvar la nación permaneciendo apegado a la democracia que la divide y a los Derechos humanos que cimientan el individualismo?

3. La lección de la historia y la enseñanza de la Iglesia coinciden: “ La cristiandad es el único cuerpo, del cual Cristo es la cabeza, cuya alma o principio vital es el Espíritu Santo. No habido nada mayor en la historia, nunca habrá nada mejor en el futuro que este Cuerpo que debe, cada vez más, ganar a toda la humanidad. Toda ciencia verdadera, todo arte feliz, todo bien y todo progreso se inscriben en este movimiento. Si no queremos este reino mesiánico de Cristo, buen pues! tendremos el monolitismo imperialista de Satanás que, de la República masónica a la democracia socialista, llevan al mundo rebelado contra su Señor a la esclavitud comunista del materialismo ateo. Es el Mensaje de Fátima. O Jesús, o el Infierno en este mundo y en el otro. ¡El de este mundo a imagen del otro! Toda mala política viene de una infidelidad ideológica y práctica a Cristo Total, a la Cristiandad. Toda buena política renacerá en los espíritus liberados de la utopía seudo-cristiana y devuelta al servicio del verdadero mundo cristiano.”