Punto 7. Del Islam

La aplicación de los métodos críticos a la “ Sira”, o biografía tradicional de Mahoma, ha demostrado su carácter legendario, al grado de volver la existencia misma del personaje histórico muy problemática. En cuanto al exégesis científica del Corán, no le da ningún apoyo positivo. Al contrario, revela la inspiración judía de lo que sin duda fue, en un principio, una tentativa de proselitismo de la Sinagoga en la Arabia del siglo VII. El falangista no le otorga pues una gran estima a la religión musulmana.

1. Por medio de un pobre artificio literario, lo esencial de la Biblia judía, la Alianza y las promesas hechas a Abraham, se encuentran trastornadas de su depositario histórico, Isaac, el hijo de la Promesa, en provecho de Ismael, y, por ende, vaciado de su mesianismo davídico. Por ese simple hecho, el racismo del islam, aunque menos ambicioso, es todavía más carnal que el de la religión de la cual proviene y de la cual no retuvo más que el fanatismo y el materialismo. Constituye él también un formidable obstáculo a la religión divina, a la moral cristiana, a la civilización. Su monoteísmo está profundamente opuesto a la fe trinitaria, como el del judaísmo sinagogal. Su moral es legalista, como la del farisaísmo antiguo. Su esperanza, desprovista de mesianismo, ignorando la redención traída por Jesucristo, es tan carnal como la de los saduceos. No puede ser una religión de salvación, una verdadera alianza de Dios con los hombres, una santa teocracia.

2. Hoy hermano enemigo del judaísmo, del cual fue al principio una tentativa de reforma “ profética” y “ sapiencial”, el islam ha llegado a usar en contra de él violencias injustificables. Mas comparte con él la voluntad de exterminar a los pueblos cristianos por la Guerra santa o dominarlos por la fuerza y la astucia. Así es que se encuentra en acuerdo constante con todas las corrientes revolucionarias hostiles a nuestra civilización actualmente con el comunismo.

3. El falangista no le reconocerá ningún interés, ningún valor, ningún derecho a esa falsa religión; no preconizará ningún acuerdo o colaboración con ella, pero tan sólo una tolerancia de circunstancias en los límites de una estrecha sujeción.

Es pues necesario denunciar el error y la falta de los colonizadores occidentales que reconocieron, apoyaron y fortificaron al islam con toda su autoridad, volviendo más pesado el yugo de la superstición y del fanatismo musulmán sobre los pueblos que condenan a la miseria causando un gran daño a la civilización humana y a la verdadera religión. En cambio, una tolerancia callada puede manifestar mejor la superioridad de lo verdadero, de lo bello, del bien, sobre las creencias y costumbres bárbaras en vía de extinción, pero mostrando una cierta estima por la fe religiosa, la oración, la sumisión de los musulmanes a una ley y a una disciplina social que los mantienen en un estado mediocre de civilización en espera de su conversión a Cristo Jesús, Hijo de Dios salvador.