Punto 18. El humanismo integral cristiano

Para el falangista, existe pues una filosofía cristiana, una ecología cristiana, etc., porque en todos los campos no hay verdad integral fuera de Cristo y que la verdad de Cristo no es facultativa, parcial, relativa, como las demás, sino más profunda, más vasta, plenitud que llena todo en todos.

1. El falangista juzga a su verdadero valor, con respecto a Cristo, todas las filosofías, las ciencias, las morales. Ninguno de los saberes, de los quereres, de los poderes humanos es satisfactorio en sí mismo. Incompletos, carecen de algunos principios elevados, por falta de los cuales abundan contradicciones, incertidumbres, obras de impotencia y de anarquía.

2. Al contrario, el Evangelio es la respuesta integral a cualquier pregunta última de los hombres: definitiva, exaltante, conquistadora, pero sobrenatural. Esta sabiduría, belleza y bondad puras, es un don de Cristo a quien cree. El único humanismo integral es cristiano, la única revolución fecunda es la del Evangelio.

3. Esta divina totalidad del humanismo cristiano no corona un orden natural, científico, mundano, obra de experiencia y de razón, constituidos ya perfectamente. La gracia y la sabiduría cristianas no son el ornamento superfluo de una Torre de Babel humana, monolítica, perfectamente construida y universalmente aceptada. Las ciencias y las sabidurías seculares oscilan entre el empirismo de los conocimientos disparates y la tentación de las síntesis utopistas. Sólo el Evangelio vuelve todas esos saberes, quereres y poderes desacordados, una síntesis, una sabiduría primera, nueva y eterna. Lo que Soloviev nombraba la sublime teandría, la irradiación de la gloria divina sobre la faz de los hombres vueltos hijos de Dios.